La experta asesora de grupos pro-vida en México, Carolina Beauregard, explica en un artículo que el objetivo del Estado laico en el siglo XXI es el reconocimiento de los derechos humanos, fundamentalmente el derecho de la vida, también de los concebidos no nacidos, que es el primero de todos.
En su artículo publicado en el diario El Gráfico, Beauregard se cuestiona: "¿Quién en pleno siglo XXI estaría a favor de un Estado confesional? Me parece que ni siquiera las iglesias estarían de acuerdo en tal reforma, que sin lugar a dudas sería un retroceso para el Estado moderno".
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Paradójicamente, continúa, "en los últimos meses hemos sido testigos de un ataque frontal de parte de la mayoría de los medios de comunicación y algunos sectores de la sociedad, hacia las reformas constitucionales que en 18 estados protegen la vida desde la concepción utilizando como principal argumento la defensa del Estado laico: una falacia que como tal, es fácil de develar".
Seguidamente recuerda que aún hay mucho por hacer en el campo de los derechos humanos, en los que se ha avanzado en estos 18 estados con la "protección del derecho sine qua non para todos los demás derechos reconocidos en nuestra Carta Magna y la Declaración Universal de Derechos Humanos: el derecho a la vida".
"Es función básica de un gobierno velar por los más débiles y desprotegidos de una sociedad, que así como en su momento fueron las mujeres, actualmente están representados por los concebidos que no tienen voz pero sí derechos", como lo reconoce la Declaración de los Derechos del Niño y la Declaración Universal de Derechos Humanos.
Así pues, concluye, "la defensa del derecho a la vida de los concebidos es resultado de una larga lucha por el reconocimiento de los derechos humanos, que debería ser objetivo de todo Estado laico del siglo XXI".