El Arzobispo de Piura (Perú), Mons. José Antonio Eguren Anselmi, recordó a los presbíteros reunidos en la Catedral local en la Misa Crismal que "nadie, sin excepciones, puede hacer y dar lo que un sacerdote, en virtud de su consagración sacramental, entrega a la Iglesia y al mundo" por lo que los invitó a ser fieles a su vocación y no desviarse hacia "tareas temporales, políticas y sociales".
"Sería un despropósito, además de una traición al Pueblo de Dios, que el sacerdote se dedique a tareas temporales, políticas y sociales que son responsabilidad de los fieles laicos y que éstos no solamente pueden sino que deben asumir", subrayó el Prelado durante su homilía en la Eucaristía de consagración del crisma y bendición de los óleos que serán usados para la administración de los sacramentos.
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"Los fieles laicos encontrarán en muchas otras personas aquello que humanamente necesitan, pero sólo en el sacerdote podrán encontrar la Palabra de Dios que siempre deben tener en los labios; la misericordia del Padre, abundante y gratuitamente dada en el sacramento de la Reconciliación; y el Pan de vida nueva, ‘alimento verdadero dado a los hombres’", agregó.
Durante la Misa Crismal, en la que los presbíteros renuevan sus promesas de ordenación sacerdotal, Mons. Eguren invitó a los clérigos a redescubrir "cada día con asombro aquello que somos, aquello que el Señor ha querido que seamos en su Iglesia y para su Pueblo. No olvidemos nunca la máxima espiritual que dice: ‘la fidelidad o se la construye día a día o si no llega el día en que ya no la tenemos más’".
"Para que el ‘primer amor’ de nuestra vocación no decaiga, el sacerdote debe mantener durante el día vivos y frecuentes momentos de silencio y oración, para cultivar en ellos la amistad y el trato existencial con la Persona viva del Señor Jesús, el único y verdadero protagonista de cada acción pastoral", agregó.
Asimismo, "ante la reciente campaña de difamación y calumnias orquestada para atacar y denigrar al Santo Padre", Mons Eguren expresó a nombre de la sociedad tumbesina "que lo queremos y que rezamos siempre por usted. Santidad: usted no está sólo, cuenta con nuestro aprecio, afecto y adhesión".
Finalmente, el Prelado pidió "a Santa María, la Mujer ‘del todo y para siempre’, que nos asista y proteja en nuestra vida sacerdotal y que en medio de nuestras limitaciones y debilidades nos ayude a vivir y a custodiar con profunda fe el don precioso de nuestro sacerdocio ministerial, con el que Cristo nos ha configurado a Sí, haciéndonos partícipes de Su Misión salvífica".