George Weigel, conocido apologeta estadounidense, y el P. Jay Scott Newman, canonista, responden alturada y acuciosamente a un artículo publicado por el Washington Post el Domingo de Ramos, escrito por la polémica cantante irlandesa Sinead O’Connor. Para ambos expertos, este texto es una pieza más del engranaje mediático que busca enlodar al Papa Benedicto XVI presentándolo como "encubridor" de algunos casos de abusos sexuales cometidos por miembros del clero, cuando no lo es y nunca lo ha sido.
En el artículo titulado "Difundiendo la Gran Mentira: ¿Por qué el Washington Post publica en Domingo de Ramos un malicioso artículo de Sinead O’ Connor sobre los abusos en la Iglesia Católica?", los expertos explican que la controvertida cantante tienen derecho a expresarse, incluso en contra del Papa, pero "no tiene derecho a manipular la enseñanza y las leyes de la Iglesia Católica para respaldar su alegato sobre que la Iglesia es una ‘organización abusadora’ y que amenaza con la excomunión a quienes denuncian a los abusadores sexuales entre el clero".
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"Eso es, en última instancia, falso. Si la Sra. O’Connor es consciente de su falsedad, entonces ha mentido. Lo que es más probable es que ella haya tomado estos argumentos sin sentido de quienes están tratando de mostrar a la Iglesia Católica como una conspiradora global formada por predadores sexuales, para aplastar a la Iglesia moral y financieramente y llevarla a la vergüenza en medio de la esfera pública".
Los expertos explican luego que "el actual torbellino de controversia que gira alrededor del Papa Benedicto XVI está repleto de Grandes Mentiras. Una de ellas –que Benedicto, cuando era el Cardenal Ratzinger, impidió se sancione al diabólico sacerdote que había abusado de 200 niños sordos a su cuidado– se explotó recientemente. Otra Gran Mentira es que Benedicto XVI es suave ante los abusos, y como la Sra. O’Connor sugiere, está más preocupado en defender la reputación de clérigos mayores que en ir a la raíz del mal del abuso sexual".
"La aguda respuesta del Papa a los obispos de Irlanda y su franca condena a los sacerdotes y religiosas abusadores el pasado 20 de marzo en su carta a los católicos irlandeses revelan lo falso que es el alegato de la cantante".
Otra de las Grandes Mentiras que citan ambos autores tiene que ver con la afirmación de que "los abusos por parte de clérigos y el mal manejo episcopal de los mismos fueron permitidos por un documento vaticano de 1962 Crimen sollicitationis ( El Crimen de Solicitación)" así como por una carta del entonces Cardenal Ratzinger del año 2001, De delictis gravioribus (Sobre crímenes más serios).
Weigel y el P. Newman explican que el primero fue escrito para "asegurar que si un sacerdote solicitaba a un católico cometer un pecado sexual durante la confesión, él o ella podía denunciar al presbítero sin ser expuesto al escándalo público. Sinead O’Connor (y muchos, muchos otros que han difundido esta Gran Mentira en particular) lo han entendido todo mal".
Crimen sollicitationis "no fue escrito para proteger a sacerdotes abusadores del castigo, sino para permitir que la Iglesia llegue a la verdad sobre estos sacerdotes sin avergonzar a sus víctimas o romper el secreto de confesión. De hecho, la protección requerida en este documento alentaba a las víctimas de abuso a darlo a conocer. Al exigir el secreto al obispo y a los sacerdotes que manejan una denuncia sobre un sacerdote-confesor que era un predador sexual, la Iglesia trataba de proteger la confidencialidad del confesionario y la privacidad de la víctima, no buscaba prevenir que se denunciar a la policía, quien nunca estuvo obligada al secreto".
Esta misma analogía, explican, de algo que Sinead O’ Connor no comprende, se aprecia "en el secreto de aquellos diarios que escogen no publicar los nombres de la víctimas de violación".
Este documento de 1962 se mantuvo en vigor hasta el año 2001, cuando el entonces Cardenal Ratzinger, como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, publicó un nuevo documento De delictis gravioribus "que prosiguió en el esfuerzo de proteger la confidencialidad de la confesión y la privacidad de los católicos abusados por confesores y permitía a la Iglesia responder efectiva y consistentemente a las acusaciones contra sacerdotes, quienes como cualquier otro, tienen el derecho a la presunción de inocencia".
"Cualquiera con un mínimo de conocimiento sobre cómo Ratzinger manejó estos casos en ese dicasterio entiende que Benedicto XVI está muy comprometido en un honesto recuento de la inconductas sacerdotal y en la reforma que está en marcha para la vida y ministerio de los sacerdotes".
"Estos son hechos –prosiguen–. Pueden ser verificados por cualquier canonista competente. Por qué el Washington Post escogió el Domingo de Ramos, mientras Benedicto XVI celebraba una de las más bellas liturgias del año en la Plaza de San Pedro, para publicar un artículo malicioso e ignorante de Sinead O’Connor, cuya aversión por la Iglesia es conocida, no es algo que nos toque juzgar".
"Lo que podemos decir, como otro hecho, es que al hacerlo sin el básico recuento de hechos concretos, los editores del Post han contribuido a la difusión de una Gran Mentira", concluyen.