Paolo Rodari es un vaticanista italiano que estudio ciencias políticas, filosofía y teología. Ha escrito en el diario Il Foglio un artículo titulado "Benedicto, cinco años bajo ataque" en el que explica cómo el Papa Benedicto XVI tiende a las decisiones "impopulares" por las cuales es constante e infundadamente criticado por muchos medios e incluso por algunos dentro de la Iglesia, y en el que además señala una serie de temas esenciales de este brillante pontificado.
Rodari comienza su artículo recordando las palabras del Santo Padre en la audiencia general del 10 de marzo en la que habló sobre San Buenaventura y el gobierno de la Iglesia. Para el santo, decía, "gobernar no era simplemente un hacer, sino sobre todo un pensar y rezar. Para Buenaventura ‘no se gobierna la Iglesia solo mediante órdenes o estructuras, sino guiando e iluminando las almas’".
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El vaticanista señala luego que frente a las "acusaciones sobre la gestión de la Iglesia que son hechos siempre importantes –las últimas vienen de un New York Times que informa los casos de dos sacerdotes, el estadounidense Lawrence C. Murphy y el alemán Peter Hullermann, para poner en discusión al Ratzinger Cardenal, prefecto del ex Santo Oficio desde 1981– ha respondido poniendo en práctica la enseñanza del teólogo franciscano. O presentando su propio ‘pensamiento iluminado’ como quiere ser la carta pastoral a la Iglesia en Irlanda".
Tras recordar el ataque mediático contra Pablo VI y Juan Pablo II, Rodari explica que un primer punto importante en el pontificado de Benedicto XVI fue el discurso a la curia romana en diciembre de 2005 en el que explicaba que el Concilio Vaticano no constituye una ruptura con el pasado, como afirman algunos. Su postura, sobre este y otros temas, explica el vaticanista Benny Lay, "todavía hoy genera fastidio fuera y dentro de la Iglesia".
El vaticanista comenta luego que muchos de los contenidos del Santo Padre "generan fastidio y aversiones. Incluso en el caso de los sacerdotes pedófilos: ¿cuánto fastidio genera, dentro de la Iglesia, el hecho de que Ratzinger siga insistiendo en el celibato de los presbíteros? Ante esto el Papa no se descompone. Y tampoco lo hizo cuando le fue negada la posibilidad de hablar en la Universidad La Sapienza. No se presentó en el aula magna pero igual envió su discurso y dejó un signo. ‘No quiero imponer la fe’, dijo. Y todos los diarios lo hicieron titular".
"Lo mismo sucedió –prosigue– cuando partió a África. Dijo que el SIDA no se puede superar con la distribución del preservativo. Se abrieron los cielos. La ‘inteligencia’ laica de media Europa lo atacó. Pero dijo una cosa justa: para combatir el SIDA solo sirve una educación del hombre que lo lleve a considerar el propio cuerpo de un modo distinto. Lo opuesto, en resumen, a una concepción narcisista y autorreferencial de la sexualidad".
Rodari comenta luego la reacción de algunos a su discurso en Ratisbona sobre la fe y la razón: "tocó el nexo existente entre la religión y la civilidad explicando que convertir usando la violencia es contrario a la razón y Dios. La cita de una frase de Manuel II Paleologo, según el cual el Islam introduce solo ‘cosas malas e inhumanas como su directiva de defender por medio de la espada la fe’ desencadenó la indignación del mundo musulmán".
A los críticos de su decisión de liberalizar la Misa en latín con el motu propio Sumorum Pontificum y el levantamiento de la excomunión de los obispos lefebvristas, Rodari señala que el Papa Benedicto XVI "no solo hiere cuando habla, sino cuando toma decisiones que entran en el corazón de la Iglesia" que no buscan un "regresionismo" a la época anterior del Concilio Vaticano II, sino que los católicos crezcan en la comunión eclesial.
El vaticanista italiano también comenta la decisión del Santo Padre de autorizar el decreto que reconoce las virtudes heroicas de Pío XII, solo unos días antes de su visita a la Sinagoga de Roma: "el mundo judío reaccionó, pero el Papa lo decidió y en la sinagoga repite un concepto muchas veces señalado: ‘la sede apostólica desarrolló una acción de socorro hacia muchos judíos, con frecuencia de forma escondida y discreta’".
Rodari se refiere luego a la apertura de la Iglesia Católica a los miles de anglicanos que quieren volver a la plena comunión, decisión que tampoco ha agradado a algunos. Con la constitución apostólica Anglicanorum Coetibus Benedicto XVI abre las puertas a estos hermanos y les recordó a los obispos de Inglaterra su convencimiento de que "estos grupos serán una bendición para toda la Iglesia".
Finalmente el vaticanista se refiere al comentario de Piero Gheddo del Pontificio Instituto para las Misiones Extranjeras (PIME): "He viajado por el mundo y he conocido distintas realidades anglicanas. ¿Por qué quieren volver a la comunión con Roma? Porque una Iglesia que abre al mundo de modo desconsiderado aceptando la ordenación femenina y el ‘matrimonio’ homosexual no tiene sentido".
"El Papa combate para salvaguardar una Iglesia acorazada por la verdad y por esto hay quienes lo hostigan", concluye.