Al recibir este mediodía a los miembros de la Unión de Industriales y de las Empresas de Roma, el Papa Benedicto XVI señaló que la actividad económica empresarial debe tener siempre en cuenta el bien común, el desarrollo integral de la persona, sin obviar la apertura a la trascendente, a la dimensión espiritual de la vida.
En su discurso el Santo Padre se refirió a la actual crisis económica y resaltó que "a pesar de someter a una dura prueba a los sistemas económicos y productivos de los diferentes países hay que vivir esta situación con confianza, porque es una oportunidad desde el punto de vista de la revisión de los modelos de desarrollo y de una nueva organización del mundo de las finanzas, un ‘tiempo nuevo’ –como se ha dicho– de profunda reflexión".
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Benedicto XVI recordó que en su encíclica social Caritas in veritate alienta a "poner en el centro de la economía y de las finanzas a la persona. Proponiendo que la política no esté subordinada a los mecanismos financieros, he pedido la reforma y la creación de ordenamientos jurídicos y políticos internacionales, proporcionados a las estructuras globales de la economía y de las finanzas, para conseguir más eficazmente el bien común de la familia humana".
"Siguiendo las huellas de mis predecesores, he subrayado que el aumento del desempleo, sobre todo el juvenil, el empobrecimiento económico de muchos trabajadores y la aparición de nuevas formas de esclavitud, exigen como objetivo prioritario el acceso a un trabajo digno para todos".
Para mantener en el "mercado a la propia empresa, como ‘comunidad de personas’ que produce bienes y servicios y que, por tanto, no tiene como único fin el provecho, si bien es necesario, hay que afrontar muchos sacrificios". En este contexto, el Pontífice señaló que "es importante vencer la mentalidad individualista y materialista que sugiere eliminar las inversiones de la economía real para privilegiar el empleo de los propios capitales en los mercados financieros y obtener rendimientos más fáciles y más rápidos".
"Me permito recordar, sin embargo, que las vías más seguras para contrastar el declive del sistema empresarial del propio territorio consisten en establecer una red con otras realidades sociales, invertir en investigación e innovación, no practicar una competencia injusta entre empresas, no olvidar los propios deberes sociales e incentivar una productividad de calidad para responder a las necesidades reales de la gente".
El Santo Padre resaltó que "la empresa será vital y producirá ‘riqueza social’ si los empresarios y los dirigentes son previsores y prefieren la inversión a largo plazo al provecho especulativo, promoviendo la innovación en vez de pensar en acumular riquezas solo para sí mismos".
"El empresario atento al bien común está llamado a ver la propia actividad siempre en el marco de un todo plural. Este actitud genera, mediante la dedicación personal y la fraternidad vivida concretamente en las decisiones económicas y financieras, un mercado más competitivo y más civil, animado por el espíritu de servicio".
Benedicto XVI terminó resaltando que "el desarrollo, en cualquier sector de la existencia humana, implica también apertura a lo trascendente, a la dimensión espiritual de la vida, a la confianza en Dios, al amor, a la fraternidad, a la acogida, a la justicia, a la paz".