Mons. Giuseppe Versaldi, Obispo de Alejandría (Italia) y ordinario emérito de derecho canónico y psicología en la Pontificia Universidad Gregoriana, señaló que gracias al rigor del Papa Benedicto XVI, "diversas conferencias episcopales están dando luces sobre los casos de abuso sexual, colaborando también con las autoridades civiles para lograr justicia para las víctimas".
En un artículo titulado "El rigor de Benedicto XVI contra la suciedad de la Iglesia", Mons. Versadi señaló en un artículo escrito en L’Osservatore Romano que en los casos de abuso sexual cometidos por personas de la Iglesia, "en las que se pone una especial confianza de parte de los fieles y particularmente de los niños, entonces el escándalo se hace más grave y execrable".
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El también visitador apostólico a la Legión de Cristo en Italia, Israel, Filipinas y Corea del Sur, dijo además que "la Iglesia no pretende tolerar ninguna incertidumbre en cuanto a la condena del delito y el alejamiento del ministerio de quien resulta ser manchado por tanta infamia, junto a la justa reparación para las víctimas".
Tras precisar que los casos s de abuso sexual se dan más comúnmente fuera de la Iglesia y que cuando los autores han sido sacerdotes, estos ya "no vivían el celibato", el Obispo explica que "la Iglesia Católica –pese a la imagen deformada con la que se le quiere representar– es la institución que ha decidido conducir la batalla más clara contra los abusos sexuales y el daño a menores partiendo desde su interior".
"Y aquí es necesario reconocer a Benedicto XVI que ha emprendido un decisivo impulso para esta lucha, gracias también a su experiencia de más de 20 años como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. No debe olvidarse que desde ese observatorio el Cardenal Ratzinger ha tenido la posibilidad de seguir los casos de abusos sexuales que eran denunciados y ha favorecido una reforma también legislativa más rigurosa en esa materia".
Ahora, continúa el Prelado, "como supremo pastor de la Iglesia, el Papa mantiene en este campo –pero no solo en éste– un estilo de gobierno que apunta a la purificación de la Iglesia, eliminando la ‘suciedad’ que en ella se anida. Benedicto XVI demuestra, entonces, que es un pastor vigilante sobre su grey, pese a la falseada imagen de algunos que lo reducen a un estudioso dedicado solo a escribir libros y que delegaría a otros el gobierno de la Iglesia".
"Es gracias al mayor rigor del Papa que diversas conferencias episcopales están dando luces sobre los casos de abuso sexual, colaborando también con las autoridades civiles para lograr justicia para las víctimas".
Para el Obispo de Alejandría, es "entonces paradójico representar a la Iglesia como si fuese la responsable de los abusos a menores y tampoco resulta para nada generoso no reconocerle, especialmente a Benedicto XVI, el mérito de una batalla abierta y decisiva sobre los delitos cometidos por sacerdotes".
Además, dice luego el Prelado, "aparece otra paradoja: cuando la Iglesia sabiamente establece normas más severas para prevenir el acceso al sacerdocio de personas inmaduras en el campo sexual, en general es atacada y criticada por los mismos que la sindican como responsable de los abusos a menores".
"La línea rigurosa y clara asumida por la Santa Sede debe entonces ser recibida en la Iglesia –y no solo en ella– para garantizar la verdad, la justicia y la caridad hacia todos", concluye.