En su mensaje de Cuaresma 2010, el Arzobispo de Caracas, Cardenal Jorge Urosa Savino, explicó que la crisis política y social que actualmente se vive en Venezuela es producto de la profunda crisis moral, "es decir, en la nefasta presencia del pecado en nuestra sociedad y en nosotros mismos".
En el texto el Purpurado explica primeramente la importancia de vivir en este tiempo de conversión "las prácticas cuaresmales de la oración, la mortificación o penitencia, y la limosna, es decir, la más intensa vivencia de la caridad fraterna".
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Tras exhortar luego a vivir en Cuaresma el lema de la Misión Continental "Abre tu corazón a Jesucristo", el Cardenal pidió tomar "conciencia de que la raíz de las dificultades que vivimos está en una profunda crisis moral, es decir, en la nefasta presencia del pecado en nuestra sociedad y en nosotros mismos: violencia, odio, injusticia, agresión, delincuencia, crimen, desorden afectivo sexual, indiferencia religiosa".
"La corrupción que de varias maneras se manifiesta en la vida social del país, en el campo afectivo sexual, en el campo económico, en el campo político, es una manifestación de esa crisis moral", alertó.
Seguidamente alentó a que "más allá de los problemas políticos, que hemos de tratar de resolver de acuerdo a la Constitución Nacional, defendiendo nuestros derechos y cumpliendo nuestros deberes, hemos de ponernos la mano en el corazón y escuchar la invitación evangélica: ‘conviértete y cree en el Evangelio’".
"¡Abramos nuestros corazones a Jesucristo! Aprovechemos esta Cuaresma para asumir con seriedad nuestra fe. Asumamos de verdad nuestra adhesión a Cristo y sus consecuencias en el campo de la moral y de la práctica religiosa. ¡Seamos realmente cristianos practicantes!", exhortó después el Arzobispo.
Tras alentar a participar en la Misa dominical y en los sacramentos de la Reconciliación y la Eucaristía, el Cardenal Urosa concluyó su mensaje animando a asumir "el compromiso de vivir con firmeza nuestra fe, de conocerla, valorarla y defenderla, sin temores y complejos, Y de asumir también con alegría nuestra pertenencia a la Santa Iglesia de Dios, el pueblo de la vida, del amor y de la paz".