En su discurso de la reunión anual de la coordinación entre políticos de la "Red Italia", el Cardenal Tarcisio Bertone, Secretario de Estado Vaticano, explicó que "la política es una vocación al bien común y a la salvación de la sociedad. Un bien que no puede no proyectarse al futuro". En este campo, dijo, los "jóvenes no son entonces simples espectadores, sino actores de la política, que no puede regresar al pasado ni estancarse en el presente".
En la sociedad actual, dijo luego el Cardenal, "ocuparse de los jóvenes y política corre el riesgo de verse como un mero ejercicio de estilo" y "no se puede ocultar el sentimiento de desilusión por las ‘maldades’ que la política puede mostrar, relacionadas a la fragilidad de una condición humana comprometida, no necesariamente de manera irreparable, por el pecado original".
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Por ello, continuó, "es una gran responsabilidad" la de los jóvenes que "son partícipes de las cosas futuras desde el presente" y "pueden "encontrar una sólida referencia en el Evangelio y en la Doctrina Social de la Iglesia".
La nueva generación de políticos cristianos, explicó el Cardenal, está llamada a "traducir la Doctrina Social de la Iglesia en opciones concretas, a obrar una mediación en la realidad", considerando cuatro principios fundamentales: el primero es el de "la dignidad de la persona humana" atendiendo "al problema emergente de la bioética que toca las cuestiones ligadas a la vida humana".
El segundo es el de la solidaridad que "no pone en segundo plano la justicia, sino que ofrece a ésta un horizonte sin el cual también la justicia se transforma paradójicamente en un instrumento del mal".
Finalmente, el tercer principio de la Doctrina Social de la Iglesia es "el de la subsidiaridad" que implica "un desafío para la nueva generación de políticos cristianos" llamados a "un cambio desde las bases, del territorio, desde las comunidades locales llamadas a contribuir al bien común de la comunidad nacional y en última instancia internacional".
El cuarto principio, dijo el Cardenal, es el del bien común ya que "todas las personas están llamadas a buscar lo que une en vez de lo que divide". Ante estos desafíos, los católicos deben vivir especialmente la virtud "que se relaciona a la propia misión en la historia, es decir a orientar la sociedad hacia valores superiores".