Los investigadores del caso de la niña cristiana de 12 años, Shazia Masih, quien fuera torturada, violada y asesinada el 22 de enero en Lahore (Pakistán) por su patrón musulmán Chaudhry Muhammad Naeem, advirtieron que este execrable hecho ha permitido develar un "auténtico giro de negocios criminales, basados en el tráfico de menores" en el país.
Según señala la agencia vaticana Fides, Shazia fue sacada de su casa por un hombre llamado Amanat, quien con engaños prometió a su madre una vida digna para su hija en hogares de familias ricas de Lahore, vendiéndola como "empleada doméstica" al abogado musulmán, Chaudhry Muhammad Naeem, quien tras violarla y asesinarla intentó sobornar a la familia por su silencio.
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"El triste caso de Shazia –explica la nota– está mostrando vías y dinámicas" usadas por los criminales para la venta de menores que son "arrancados de familias pobres, a menudo cristianas, con la ilusión de dirigirles hacia una vida digna en medio de familias de clase burguesa; son vendidos a estas familias, convirtiéndose en ‘pequeños esclavos’ a merced de sus propietarios, perdiendo su libertad y viviendo prácticamente bajo secuestro".
Asimismo, explican los investigadores, el tema de Shazia "es particularmente espinoso porque toca a un hombre de la ley, una persona que debería hacer aplicar la justicia, y que sin embargo se ha convertido en cómplice de acciones criminales".
Tanto Chaudhry Muhammad Naeem como Amanat se encuentran detenidos. Este último fue intervenido el 23 de enero por violencia y tráfico de menores y la policía de Lahore ha recuperado por lo menos otros tres niños que habían caído en su red de tráfico.
"Muchos niños –concluye la nota– son vendidos como esclavos para trabajar o para la prostitución en Pakistán. Según la International Labour Organizaton (ILO), unos 12 millones de niños paquistaníes se ven obligados al trabajo infantil, a menudo en condiciones de esclavitud real. Este fenómeno, nota la Human Rights Commission of Pakistan (HRCP), está aumentando preocupantemente".