Miles de fieles y peregrinos se dieron cita este medio día en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien al introducir la oración mariana recordó que la verdadera "revolución" necesaria para el ser humano es aquella traída por Cristo: la revolución del amor y basada sobre su Cruz y su Resurrección.
“El año litúrgico es un gran camino de fe que la Iglesia realiza siempre presidida por la Virgen Madre María”, dijo el Pontífice, al meditar sobre el pasaje de las bienaventuranzas.
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El Santo Padre recordó que éstas “se basan en el hecho de la existencia de la justicia divina que eleva a quien ha sido humillado y abaja a quien es exaltado”.
“Esta justicia y esta bienaventuranza se realizan en el Reino de los Cielos que tendrá su realización al final de los tiempos pero que ya se manifiesta en nuestra historia. Ahí donde los pobres son consolados ahí se manifiesta la justicia de Dios.
"Es esta la tarea que los discípulos del Señor están llamados a realizar en la sociedad actual”, continuó el Papa.
Más adelante recordó el Mensaje para la Cuaresma de este año, dedicado al tema de la justicia. “El Evangelio de Cristo –dijo- responde positivamente a la sed de justicia del hombre, pero en modo inesperado y sorprendente".
"Jesús no propone una revolución de tipo social y político, sino la revolución del amor, que ya ha realizado con su Cruz y con su Resurrección”.
Finalmente el Santo Padre invitó a dirigirse a María, dejándose guiar por Ella “en el camino de la Cuaresma, para ser liberados de la ilusión de la autosuficiencia, reconocer que tenemos la necesidad de Dios, de su misericordia, y entrar así en su Reino de justicia, de amor y de paz”.
Horas antes, a las 10:00 a.m. -hora de Roma- el Pontífice visitó el hospicio para indigentes "Don Luigi Di Liegro", ubicado cerca de la estación de tren "Termini" de Roma; donde recordó que la Iglesia descubre en cada uno de los necesitados "el rostro de Cristo".