La Conferencia Episcopal Peruana (CEP) concedió este viernes la Medalla de Oro de Santo Toribio de Mogrovejo a Monseñor Isidro Sala Ribera, Obispo Emérito de Abancay; uno de los Pastores andinos difamados en el pasado por la controvertida "Comisión de la Verdad y Reconciliación" (CVR).
El premio a Mons. Sala hace justicia a las imputaciones lanzadas por la controvertida CVR, que tuvo como tarea evaluar los efectos del terrorismo durante 20 años en el Perú; pero cuyas conclusiones fuertemente ideologizadas contribuyeron a incrementar la tensión en el país.
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La CVR, en efecto, había señalado a Abancay como una de las diócesis en las que supuestamente no se defendieron los derechos humanos, pese a que ninguno de los obispos acusados por el organismo –ni siquiera el ex Presidente de la Conferencia Episcopal Peruana–, fueron entrevistados por los comisionados de la CVR.
En aquella ocasión, Mons. Sala dirigió una sentida carta a sus hermanos obispos destacando que "he leído con asombro en el nº 142 del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), que deplora que ‘algunas autoridades eclesiásticas de Ayacucho, Huancavelica y Abancay no hayan cumplido con su compromiso pastoral’".
"Soy obispo residencial de Abancay desde noviembre de 1992 –decía la carta– y he sucedido a un santo pastor –Monseñor Pélach–, quien, con más de ocho mil horas a caballo, ha desarrollado una ingente labor pastoral y ha destacado por sus obras sociales y humanitarias, como todos los diocesanos reconocen: centros médicos, hogares para estudiantes campesinos, asilos de ancianos, comedores populares".
Mons. Sala señaló entonces que "no sé a qué autoridades eclesiásticas se puede referir la CVR. La diócesis de Abancay, actualmente conformada por jovencísimo clero autóctono, estaba entonces atendida por 35 sacerdotes, en su mayoría extranjeros, que desarrollaron una labor pastoral encomiable".
En la misiva, luego de proporcionar una larga lista de iniciativas pastorales encaminadas a enfrentar las consecuencias del terrorismo y las acciones militares en su diócesis, mencionaba "toda la labor que no se puede cuantificar: conversiones de uno y otro bando, que quedarán siempre en el secreto. Como siempre, la Iglesia no hace propaganda".
Mons. Sala se preguntaba entonce "¿A qué autoridades eclesiásticas se puede referir el informe? ¿De dónde sacó sus informaciones? No recuerdo haber sido visitado por ningún comisionado de la CVR".
"Me apena comprobar la desinformación de lo que se supone es un informe; me apena el juicio sesgado, apriorístico e injusto que se emite en nombre de la verdad sobre autoridades eclesiásticas de ésta como de otras diócesis vecinas", escribió el Prelado.
Mons. Sala nunca recibió una aclaración o disculpas por parte de la controvertida CVR, muchas de cuyas conclusiones fueron acusadas de responder a una agenda política y eclesial ideológicamente orientada.
La CEP, sin embargo, concedió la Medalla de Oro de Santo Toribio; el máximo galardón del Episcopado peruano, al hoy Obispo emérito. Junto con él fueron condecoradas cuatro congregaciones religiosas: las Hermanas Misioneras de la Sociedad de María; las Franciscanas Misioneras de la Natividad de Nuestra Señora; las Hijas de San Pablo y los Clérigos de San Viator.