Antes del rezo del Ángelus dominical ante miles de fieles reunidos en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI resaltó la importancia y la necesidad de la multiplicidad de carismas en la Iglesia "que son dones del Espíritu Santo" y pidió un renovado esfuerzo para vivir la unidad entre todos los cristianos.
Citando la lectura de hoy en la que San Pablo se refiere a la multiplicidad de carismas como distintas partes del cuerpo en donde todas hacen falta, el Santo Padre señala que "la Iglesia está concebida como el cuerpo, del cual Cristo es la cabeza, y forma con Él un solo todo".
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Gracias a los carismas, prosigue el Papa, "la Iglesia se presenta como un organismo rico y vital, no uniforme, fruto del único Espíritu que conduce a todos a la unidad profunda, asumiendo la diversidad sin abolirla y realizando un conjunto armonioso".
"Ella prolonga en la historia la presencia del Señor resucitado, en particular mediante los Sacramentos, la Palabra de Dios, los carismas y los ministerios distribuidos en la comunidad. Por ello, es propio decir que en Cristo y en el Espíritu la Iglesia es una y santa, es decir tiene una íntima comunión que trasciende las capacidades humanas y las sostiene".
Seguidamente Benedicto XVI se refirió a la celebración de la Semana por la Unidad de los Cristianos que culmina este lunes 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo. "Según la tradición –explicó el Pontífice– en la tarde celebraré las Vísperas en la Basílica de San Pablo de Extramuros, con la participación de los representantes de otras iglesias y comunidades eclesiales presentes en Roma".
Con ellos, continuó, "invocaremos de Dios el don de la plena unidad de todos los discípulos de Cristo, en particular, según el tema de este años, renovaremos el esfuerzo de ser testimonios del Señor crucificado y resucitado".
"La comunión de los cristianos, de hecho, hace más creíble y eficaz el anuncio del Evangelio, como afirmó el mismo Jesús rezando al Padre en la vigilia de su muerte: ‘Que seamos una sola cosa… para que el mundo crea'", concluyó el Papa.