Este mediodía miles de fieles y peregrinos se dieron cita en la Plaza de San Pedro para rezar el Ángelus con el Papa Benedicto XVI, quien tras haber administrado el bautismo a algunos niños en la Capilla Sixtina recordó que por este sacramento llegamos a ser verdaderamente hijos de Dios.
“El Bautismo sugiere muy bien el sentido global de las Fiestas natalicias, en las cuales el tema del ser hijos de Dios gracias a la venida del Hijo unigénito a nuestra humanidad constituye un elemento dominante. Él se ha hecho hombre para que nosotros podamos ser hijos de Dios”, dijo el Pontífice.
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El Papa profundizó en el sentido del Bautismo afirmando también “el estupendo misterio que constituye nuestro ‘segundo nacimiento’ –el nacimiento de un ser humano de lo alto, de Dios– se realiza y se reasume en el signo sacramental del Bautismo”.
“Con tal sacramento –continuó– el hombre llega a ser realmente hijo, hijo de Dios. Desde entonces, el fin de su existencia consiste en el alcanzar en modo libre y consciente aquello que desde el inicio ha recibido como don. Así inicia el cristiano su camino de crecimiento en la fe que lo llevará a invocar conscientemente a Dios como ‘Abba-Padre’, a dirigirse a Él con gratitud y a vivir la alegría de ser su hijo”.
Más adelante el Santo Padre se refirió también a la dimensión social del Bautismo, afirmando que de éste “deriva un modelo de sociedad: la sociedad de los hermanos. La fraternidad no se puede establecer mediante una ideología, menos aún por el decreto de algún poder constituido. Nos reconocemos hermanos a partir de la humilde pero profunda consciencia del propio ser hijos del único Padre celeste”.
“Como cristianos –prosiguió– tenemos en las manos el don y el compromiso de vivir como hijos de Dios y como hermanos para ser como la ‘levadura’ de una humanidad nueva, solidaria y rica de paz y de esperanza. En esto nos ayuda la consciencia de tener, además de un Padre en los cielos, también una madre, la Iglesia, de la que la Virgen María es el perenne modelo”.
Seguidamente el Papa rezó el Ángelus dominical, saludó en distintos idiomas a los presentes e impartió su Bendición Apostólica.
En su saludo en español, el Papa invitó a los fieles, en la fiesta del Bautismo del Señor, "a renovar con alegría y convicción las promesas realizadas al recibir este Sacramento, para ser ante el mundo discípulos y misioneros de Cristo, llevando la luz de su Evangelio a todos los ámbitos de la sociedad, con la palabra y el propio ejemplo. Que en esta hermosa misión sintáis el consuelo y la compañía de María Santísima, a cuyas maternas manos encomendamos a todos los hijos de la Iglesia. Feliz Domingo".