En su mensaje con ocasión del Año Jubilar Compostelano, el Papa Benedicto XVI anima a los fieles a peregrinar a Santiago de Compostela en España, para que obtengan la gracia de que Dios entre en sus corazones y sean así testigos de que Cristo vive y "es nuestra esperanza imperecedera de salvación".
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En el mensaje enviado al Arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Julián Barrio, el Santo Padre señala que el lema de este nuevo Año Jubilar Compostelano, "Peregrinando hacia la luz", así como la carta pastoral para esta ocasión, "Peregrinos de la fe y testigos de Cristo resucitado", siguen "fielmente esta tradición y la reproponen como una llamada evangelizadora a los hombres y mujeres de hoy, recordando el carácter esencialmente peregrino de la Iglesia y del ser cristiano en este mundo".
"Abierto a la sorpresa y la trascendencia, el peregrino se deja instruir por la Palabra de Dios, y de este modo va decantando su fe de adherencias y miedos infundados. Así hizo el Señor resucitado con los discípulos que, aturdidos y desalentados, iban de camino hacia Emaús", añade Benedicto XVI.
El Santo Padre pide luego a Dios que "acompañe a los peregrinos, que se dé a conocer y entre en sus corazones. Ésta es la verdadera meta, la gracia, que el mero recorrido material del Camino no puede alcanzar por sí solo, y que lleva al peregrino a convertirse en testigo ante los demás de que Cristo vive y es nuestra esperanza imperecedera de salvación".
"En este Año Santo, en sintonía con el Año Sacerdotal, un papel decisivo corresponde a los presbíteros, cuyo espíritu de acogida y entrega a los fieles y peregrinos ha de ser particularmente generoso", agrega el Papa.
Por ello exhorta a los sacerdotes a que se prodiguen "en la administración de los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía, pues lo más buscado, lo más preciado y característico del Año Santo es el perdón y el encuentro con Cristo vivo".
El Papa expresa luego su "especial cercanía a los peregrinos que llegan y seguirán llegando a Santiago" y les invita a "que hagan acopio de las sugestivas experiencias de fe, caridad y fraternidad que encuentren en su andadura, a que vivan el Camino sobre todo interiormente, dejándose interpelar por la llamada que el Señor hace a cada uno de ellos".
"Les ruego también que en su oración cadenciosa no olviden a los que no pudieron acompañarles, a sus familias y amigos, a los enfermos y necesitados, a los emigrantes, a los frágiles en la fe y al Pueblo de Dios con sus pastores", concluye.