En su discurso en francés a la delegación de Vallonia, Bélgica, llegada a Roma para hacer entrega del tradicional abeto de Navidad que adorna la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI explicó que así como este árbol luminoso, el hombre también debe testimoniar con su vida a "la verdadera Luz que viene a este mundo" hecha carne en el Niño Jesús.
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En sus palabras, el Santo Padre explicó que "en el bosque, los árboles están cerca unos de otros y cada uno de ellos contribuye a hacer del mismo un lugar lleno de sombras, oscuro a veces".
"Ustedes –continuó– de entre una multitud de ellos, han escogido un abeto majestuoso que ofrecen hoy y que está iluminado y cubierto de decoraciones centellantes que parecen ser frutos maravillosos. Al dejar su vestidura sombría por una fulgurante, se ha transfigurado y se convierte en un portador de una luz que no es solo eso sino que da testimonio de la verdadera Luz que viene a este mundo".
El Papa dijo luego que "el destino de este árbol es comparable al de los pastores: velando en las tinieblas de la noche, se ven iluminados por el mensaje de los ángeles. La suerte de este árbol es comparable así al nuestro, que estamos llamados a llevar los buenos frutos para manifestar que el mundo ha sido verdaderamente visitado y redimido por el Señor".
Benedicto XVI resaltó además que "revestido desde la base, este abeto manifiesta, a su manera, la presencia del gran misterio presente en el simple y pobre lugar de Belén. A los habitantes de Roma, a todos los peregrinos, a todos los que llegan a la Plaza de San Pedro a través de la televisión del mundo entero, él proclama la venida del Hijo de Dios".
A través de él, prosiguió el Papa, "el suelo de vuestra tierra y la fe de las comunidades cristianas de vuestra región saludan al Niño Dios, Él que ha venido a hacer todas las cosas nuevas y a llamar a todas las criaturas, desde las más humildes hasta las más elevadas, a entrar en el misterio de la Redención y asociarlas a él".
Finalmente y tras recordar que la luz de la fe ya brilla en Bélgica y que deben seguir iluminándola cada vez con más fuerza, el Santo Padre agradeció nuevamente por el regalo del tradicional abeto y exclamó: "¡Que el Señor os bendiga, así como a vuestra región y a toda Bélgica!"