En su segunda prédica de Adviento en el Vaticano, en presencia del Papa Benedicto XVI y los miembros de la Curia Vaticana, el Predicador de la Casa Pontificia, P. Raniero Cantalamessa, señaló en la Capilla Redemptoris Mater que los sacerdotes deben manifestar "el buen perfume de Dios en el mundo".
Tras deplorar la acción de los sacerdotes que generan escándalo por su infidelidad pues atentan contra lo sagrado del sacramento recibido de Dios, de la unción recibida de Él, el P. Cantalamessa explicó que "tener unción significa por lo tanto tener el Espíritu Santo como compañero inseparable en la vida, hacerlo todo ‘en el Espíritu’, en su presencia, con su guía".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"Todo esto se traduce, externamente, a veces en dulzura, calma, paz, y a veces en autoridad. Es una condición que se caracteriza con una cierta luminosidad interior que da facilidad y dominio al hacer las cosas. Como ‘estar en forma’ para el atleta o la inspiración para el poeta", agregó.
Como un riesgo real, el sacerdote capuchino advirtió que un sacerdote podría caer en "detenerse en el aspecto ritual y canónico de la ordenación, en su validez y licitud, y no dar la suficiente importancia al efecto espiritual, a la gracia propia del Sacramento, en este caso al fruto de la unción en la vida del sacerdote".
La unción sacramental, prosiguió, "nos habilita para cumplir ciertas acciones sagradas, como gobernar, predicar, instruir; nos da, por decirlo de alguna manera, la autorización a hacer ciertas cosas, no necesariamente la autoridad en hacerlas; asegura la sucesión apostólica, no necesariamente el éxito apostólico".
Refiriéndose a un pasaje de San Pablo a los Corintios, el presbítero aseguró: "éste debería ser el sacerdote: el buen perfume de Cristo en el mundo". El Apóstol de Gentes pone en guardia a todos añadiendo inmediatamente después que "llevamos este tesoro en vasijas de barro. Sabemos demasiado bien, la dolorosa y humillante experiencia reciente que significa todo esto. Jesús decía a los apóstoles: ‘vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se vuelve insípida ¿con que se salará? No es buena ya para nada, sino para ser echada y pisoteada por los hombres’".
"La verdad de estas palabras de Cristo están dolorosamente ante nuestros ojos. También si el ungüento se pierde y el olor se estropea se transforma en lo contrario, en hedor, y en lugar de atraer a Cristo, lo aleja de Él", continuó.
El Predicador de la Casa Pontificia concluyó su reflexión citando al P. Lacordaire, del siglo XIX, quien explicaba que el sacerdote debe "vivir en medio del mundo sin deseo alguno por su placer; ser miembro de toda familia sin pertenecer a ninguna de ellas; compartir todo sufrimiento, estar al margen de los secretos, cuidar todas las heridas; ir cada día de los hombres a Dios, para ofrecerle sus devociones y sus oraciones y volver de Dios a los hombres para llevarles su perdón y su esperanza; tener un corazón de acero para la castidad y un corazón de carne para la caridad".