El Papa Benedicto XVI resalta –en un mensaje dado a conocer hoy por L’Osservatore Romano– que ante un mundo que con cada vez más frecuencia se presenta "vacío" y sin sentido, Dios es esencial para la vida del hombre pues constituye la esperanza cierta en el camino de toda persona.
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En un texto enviado al Presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI), Cardenal Angelo Bagnasco, en ocasión del Congreso que se realiza entre el 10 y el 12 de diciembre en Roma del Comité para el proyecto cultural de la CEI titulado "Dios hoy: con Él o sin Él todo cambia", el Santo Padre indica que "la cuestión de Dios es central también para nuestra época, en la que con frecuencia se tiende a reducir al hombre a una sola dimensión, la ‘horizontal’, considerando como irrelevante para su vida la apertura a lo Trascendente".
"En vez de eso –prosigue el Papa en el mensaje fechado el 7 de diciembre– la relación con Dios es esencial para el camino de la humanidad, y, como he podido afirmar varias veces, la Iglesia y todo cristiano tienen la tarea de hacer a Dios presente en este mundo, de buscar abrir a los hombres el acceso a Dios".
En este congreso, explica el Santo Padre, se tratará "el lugar que ocupa Dios en la cultura y la vida de nuestro tiempo" así como su irrupción en la historia del hombre, cuando se encarnó en Jesucristo.
"Se quiere dar luces sobre la importancia esencial que Dios tiene para nosotros, para nuestra vida personal y social, para la comprensión de nosotros mismos y del mundo, para la esperanza que ilumina nuestro camino, para la salvación que nos espera más allá de la muerte".
Benedicto XVI destaca también que "en una situación cultural y espiritual como la que estamos viviendo, en donde crece la tendencia a relegar a Dios a la esfera de la vida privada, a considerarlo como irrelevante y superfluo, o a refutarlo explícitamente, auspicio de corazón que este evento pueda contribuir al menos a dilucidar esta penumbra que hace precaria y temerosa para el hombre de nuestro tiempo la apertura a Dios, aunque Él no deje nunca de tocar a nuestra puerta".
Las experiencias del pasado, continua el Papa, "no tan lejano a nosotros, enseñan que cuando Dios desaparece del horizonte del hombre, la humanidad pierda la orientación y se arriesga en camino hacia la destrucción de sí misma".
La fe en Dios, concluye el Santo Padre, "abre al hombre al horizonte de una esperanza cierta, que no desaparece, indica un sólido fundamento sobre el cual uno puede apoyar sin temor la vida, exige abandonarse con confianza en las manos del Amor que sostiene el mundo".