Al recibir este mediodía a los obispos de la región Sur 3 y Sur 4 de Brasil, el Papa Benedicto XVI resaltó que las escuelas y universidades católicas tienen como tarea la promoción de la "unidad entre fe, cultura y vida que constituye la finalidad fundamental de la educación cristiana".
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Al hablar sobre la importancia de las escuelas y las universidades católicas como lugares que se inspiran en el humanismo cristiano, el Santo Padre alentó a estas comunidades educativas a realizar su misión en "una convencida sinergía con las familias y la comunidad eclesial".
En cuanto a las escuelas estatales, éstas pueden "ser ayudadas en su tarea educativa con la presencia de profesores creyentes –en primer lugar, pero no exclusivamente, los de religión católica– y por alumnos formados cristianamente, así como por la colaboración de las familias y la propia comunidad cristiana".
"En efecto –continuó el Papa– una sana laicidad de la escuela no implica una negación de la trascendencia, ni una mera neutralidad ante los requisitos de valores morales que se encuentran en la base de una auténtica formación de la persona, incluyendo la educación religiosa".
El Santo Padre subrayó luego que "la escuela católica no puede ser pensada ni vive separada de otras instituciones educativas. Está al servicio de la sociedad: desempeña una función pública y un servicio de utilidad pública, no reservado solo a los católicos, sino abierto a todos los que quieran disfrutar de una propuesta educativa calificada".
Al recordar que el rostro de Cristo debe estar "en el centro del proceso educativo", Benedicto XVI explicó que este proceso "que comienza en la escuela primaria y secundaria, se realiza de modo más alto y especializado en las universidades".
"La Iglesia siempre ha sido solidaria con la universidad y con su vocación de conducir al hombre a los más altos niveles de conocimiento de la verdad y del dominio del mundo en todos sus aspectos", dijo luego.
El Papa también agradeció "a las diversas congregaciones religiosas que entre ustedes fundaron y sostienen renombradas universidades, recordándoles que no son propiedad de quien las fundó o de quien asiste a ellas, sino expresión de la Iglesia y su patrimonio de fe".