Al recibir esta mañana a su beatitud Anastas, arzobispo de Tirana, Durrës y Albania entera, junto con otros representantes de la iglesia ortodoxa Autocéfala de Albania, el Papa Benedicto XVI alabó la renovación espiritual de esta nación y alentó a continuar en el diálogo ecuménico.
"La provincia Ilírica acogió el Evangelio en tiempos de los apóstoles y desde entonces el mensaje salvífico de Cristo ha dado frutos en vuestro país hasta nuestros días. Como atestiguan los primeros escritos de vuestra cultura, gracias a la supervivencia de una antigua fórmula bautismal latina y a un himno bizantino sobre la resurrección del Señor, la fe de nuestros predecesores cristianos ha dejado una huella magnífica e indeleble en las primeras líneas de la historia, la literatura y el arte de vuestro pueblo".
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"Sin embargo, el testimonio más importante se encuentra siempre en la vida misma", observó el Santo Padre. "Durante la segunda mitad del pasado siglo, los cristianos en Albania, tanto los ortodoxos como los católicos, mantuvieron viva la fe a pesar de un régimen ateo extremadamente represivo y hostil y, como es bien sabido, muchos cristianos pagaron cruelmente su fe con la vida".
"Afortunadamente la caída de ese régimen ha abierto el camino a la reconstrucción de las comunidades católicas y ortodoxas en Albania", prosiguió Benedicto XVI, elogiando asimismo la actividad misionera del arzobispo Anastas, especialmente en lo referente a la "reconstrucción de los lugares de culto, la formación del clero y el trabajo catequístico".
"Desde que reconquistó su libertad, la iglesia ortodoxa de Albania participa activamente en el diálogo teológico internacional entre católicos y ortodoxos. Vuestro compromiso en este ámbito refleja felizmente las relaciones fraternas entre ambas comunidades en vuestro país y ofrece inspiración a todo el pueblo albanés, mostrando cómo es posible para los seguidores de Cristo vivir en armonía", dijo el Papa dirigiéndose a Anastas.
"Por eso, hacemos muy bien en subrayar los elementos de fe que comparten nuestras Iglesias: la profesión común del credo niceno-constantinopolitano, el bautismo común para la remisión de los pecados y para la incorporación en Cristo y en la Iglesia, el legado de los primeros Concilios Ecuménicos, la comunión real, aunque imperfecta que ya compartimos, y el deseo común y los esfuerzos de colaboración para construir sobre los cimientos de lo que ya existe".
Finalmente el Papa expresó su alegría por "la renovación espiritual" de Albania y aseguró al arzobispo Anastas que por su parte la Iglesia Católica "hará todo lo posible para ofrecer un testimonio común de hermandad y paz y para perseverar junto a vosotros en el compromiso renovado para la unidad de nuestras Iglesias".