El Arzobispo de Toledo, Mons. Braulio Rodríguez, aseguró hoy en torno a la asignatura de Religión que "si estamos ante la posibilidad de un pacto escolar, no nos vendría mal", pero pidió que "no se polaricen las cosas entre el Ministerio de Educación y los obispos porque están los padres, que son aquí los primeros actores, y eso con frecuencia se olvida".
Durante su participación en el Foro Cope Castilla-La Mancha, y preguntado al respecto, el Primado de España aseguró que "no hay ningún problema desde el punto de vista legal, aunque lo que hemos dicho los obispos es que en algunos casos no se cumplen los acuerdos Iglesia-Estado, respecto a la clase de religión, pero eso ya es un problema antiguo".
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Defendió también que en el terreno de la práctica "en algunos lugares al profesor de religión se le tiene como una persona que hay que tener cuidado, pero la ley nos permite la clase de religión, que es libre para los alumnos, y en algunos sitios parece que eso no hubiera sido tenido en cuenta", lamentó.
"Si estamos ante la posibilidad de un pacto escolar, no nos vendría mal, pero que no se polaricen las cosas entre el Ministerio de Educación y los obispos porque están los padres, que son aquí los primeros actores, y eso con frecuencia se olvida", finalizó.
Crucifijos
Preguntado por la polémica suscitada por la retirada de crucifijos en lugares públicos, apuntó: "hagamos referéndum, y veremos que una gran parte del globo de este planeta piensa que esos crucifijos le dan una personalidad distinta. Por eso no tenemos que odiar otros signos que no sean cristianos, porque estamos para unir no para separar", indicó.
El Arzobispo recordó los hechos ocurridos en torno a esta materia en la Diócesis de Valladolid con una asociación laica "de un padre y medio" que "intentó por todos los medios hasta que consiguió que se quitara el crucifijo". Admitió que éstos "hace mucho tiempo que están fuera, se han ido progresivamente quitando".
En cuanto a su opinión sobre este asunto, Mons. Rodríguez habló de la ciudad belga de Brujas, "una de las ciudades de Bélgica y de Europa de un catolicismo más profundo en el pasado, que en estos momentos no existe". "Probablemente la mayoría de los habitantes no se consideran católicos, pero esa ciudad si desaparecieran las iglesias, los crucifijos, o las imágenes los turistas irían a otro lado, porque la ciudad cambiaría totalmente", afirmó.
"Es ese el único valor que tiene el crucifico, no tiene un valor humano muy grande, porque independientemente que uno no crea que Jesucristo es el hijo de Dios, que Dios es verdadero como creemos los católicos, Jesús de Nazaret es un personaje histórico que ha supuesto mucho para la humanidad. Entonces no veo la razón de que se quiten", sentenció.