El Obispo de Nueve de Julio, Mons. Martín de Elizalde, pidió a sus feligreses prepararse para celebrar la Navidad con esperanza, a pesar de los ataques contra la familia y la vida que se validan en la legislación argentina.
"Este año recibimos al Niño de Belén, Príncipe de la Paz, Rey de Justicia, con un fallo judicial que permite las uniones entre personas del mismo sexo, con la amenaza de leyes que atentan contra la vida inocente y la esencia y la estabilidad de la familia, con propuestas educativas que invaden los ámbitos de la libertad y responsabilidad de los padres y dificultan el ejercicio de la misión formadora integral de la Iglesia, con facilidades y hasta elogios para comportamientos que deforman la conciencia de los jóvenes, que no fomentan la virtud del trabajo y la honestidad, y parecen premiar los peores ejemplos", señaló en su mensaje de Adviento.
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El Obispos recordó que "con todo seguimos celebrando con esperanza, con el deseo de renovarnos nosotros primero, para crecer en el espíritu de la Navidad, y hacerlo presente, contagioso, operativo".
"Nos sostiene la certeza que el amor de Dios es poderoso y eficaz, y que la tarea no depende solamente de nosotros. Se nos confía su ejecución, su continuidad, pero el soplo que la inspira y anima no es el resultado de nuestra imaginación o inteligencia, sino que viene de Dios mismo, que amó tanto al mundo que envió a su Hijo único", agregó.
Mons. De Elizalde pidió preparar la Navidad en el interior de cada uno y también "en los ámbitos que compartimos, en los hogares, en las escuelas, en los lugares de trabajo, en las comunidades, en la sociedad".
"Nosotros, los cristianos ¿estamos dispuestos a ser generosos, a privarnos de algo para compartirlo con quienes tienen necesidades y carencias, a fomentar en los niños y jóvenes el sentido de la caridad, a promover entre los empresarios, además de una gestión justa y respetuosa de los derechos de empleados y de usuarios, una participación significativa en el esfuerzo social, educativo, promocional?", cuestionó.
Recordó que "los únicos males no son los de la economía y la administración política", sino, que, alerta, "hay una causa que produce efectos aún peores, y es el relativismo moral y la falta de aprecio por la verdad".