De visita en Argentina, el Cardenal Stanislaw Dziwisz, quien por 40 años trabajó junto al Papa Juan Pablo II –antes Karol Wojtyla–, señaló que en el camino hacia la beatificación del Pontífice, "todo depende del Papa" Benedicto XVI.
Según informa la agencia católica argentina AICA, el Cardenal Dziwisz afirmó que "los obispos polacos no queremos interferir (en la causa). No queremos que el Papa vaya apurado, debe analizarlo bien porque también a él lo une la figura de Juan Pablo II".
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En una conferencia de prensa celebrada en la pinacoteca de la Nunciatura Apostólica, el amigo y secretario de Juan Pablo II aseguró que la gente "reconoce su herencia" y lo demuestra en las habituales procesiones a su tumba en el Vaticano o en su visita a Cracovia, para "conocer cómo vivía, cuál era su cultura".
Consultado sobre la posibilidad de que Juan Pablo II haya protagonizado milagros en vida, el Cardenal Dziwisz explicó que "de eso no podíamos hablar, lo teníamos prohibido, pero ya muerto, hay muchas cosas registradas, y documentadas".
El actual Arzobispo de Cracovia puso el ejemplo de un obispo que se había curado de cáncer y algunos comentaban el caso. Juan Pablo II les dijo: "No es obra del hombre, es obra de Dios". Aclaró que esto lo hacía "en base a hechos y no para crear leyenda".
También relató anécdotas de la vida cotidiana de Juan Pablo II, a quien definió como "un hombre sencillo, no era exigente, ni buscaba nada para él".
Según el Arzobispo, a Juan Pablo II le gustaba "escaparse del Vaticano", sobre todo para tener contacto con la naturaleza. "No era una diversión, lo necesitaba. Al principio hablaba con su ocasionales acompañantes, pero después se quedaba en silencio, porque decía que era el momento de su encuentro con el Creador", indicó.
También reveló que "no usaba computadora, sino que escribía con lapicera" y precisó que cuando tenía que pensar cosas importantes lo hacía en la montaña. "Al comienzo iba a esquiar y sorprendía. Nadie podía pensar que un Papa hiciera fila como otros y esperara su turno para esquiar. Algunos lo miraban con sospecha, otros no lo podían creer".
"Un día un niño lo reconoció y le dijo: ‘Santo Padre’. Desde entonces hubo que cuidarse más", admitió.
El Cardenal Dziwisz contó también una anécdota con un trabajador de la zona montañosa de las Dolomitas, que al reconocerlo lo invitó a su casa y "tomaron un vaso de vino". "Mire usted, mi mujer es muy piadosa. Mi esposa va a la Iglesia a buscar al Papa y el Papa está en mi casa", recordó que le dijo, entre sonrisas, aquel parroquiano.