En su discurso en la apertura de la 88º Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), el Nuncio Apostólico en este país, Mons. Christoph Pierre, señaló que "el derecho a la vida no es solo de los católicos, sino de todos. Es un valor laico, más aún, es el fundamento de la laicidad".
En su intervención el Prelado señaló que "hoy, sin embargo, se acusa a la Iglesia de oscurantismo, si no es que de 'hegemonía', es decir, de querer invadir un terreno que no le pertenece: aquel de los derechos individuales. Así, cuando se manifiesta oposición a la legislación que tutela un elemento de derecho individual, por ejemplo el 'derecho' al aborto, se le considera, por algunos, como si fuera un ataque a la democracia", continuó.
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Éste, prosiguió el Nuncio en México, "es el nunca superado paradigma laicista, según el cual, el bienestar de una democracia es proporcional a la extensión de los derechos individuales, teoría dirigida, en sustancia, a limitar también la presencia pública de la Iglesia, invitando a los creyentes a quedarse en la esfera íntima de la religiosidad personal y a comportarse como ciudadanos 'sin Evangelio'".
Y, sin embargo, dijo luego el Arzobispo, "la defensa del individuo surgida preeminentemente en la modernidad, tiene como raíz el derecho a la vida. En nuestro tiempo, el pensamiento laico ha olvidado esta dimensión, transformando la vida en una variable dependiente del desarrollo demográfico, de las opciones de la mujer, de la evolución de las costumbres".
"Que el Papa y la Iglesia confirmen la vida como un absoluto, es, para el fundamentalismo laicista, la palabra más fuerte, más escandalosa e incomprensible, pero, al mismo tiempo, es aquella más escuchada y valorada por el laicado católico y también, siempre con mayor frecuencia, por los laicos no creyentes", resaltó.
Libertad religiosa
Sobre este tema, el Nuncio señaló que "el poder civil no puede imponer las creencias de una religión, pero tampoco puede, -excepto arbitrariamente-, negar el derecho a la libertad religiosa".
En las condiciones actuales, dijo el Prelado, "la Iglesia debe seguir haciendo cuanto le es posible hacer para ofrecer a los fieles la formación que necesitan, sin olvidar que, de acuerdo con su propia misión, debe, por una parte, denunciar la injusticia que se cumple cuando a los católicos se les priva de sus derechos educativos y cuando su libertad religiosa es herida, exhortando a todos, por otra parte, a empeñarse para que estos derechos sean verdaderamente efectivos".