Al recibir a los miembros del Pontificio Instituto Bíblico, con motivo del centenario de su fundación, el Papa Benedicto XVI recordó que “a la Iglesia está confiada la tarea de interpretar auténticamente la palabra de Dios” y pidió que “la Sagrada Escritura sea en este mundo secularizado no solo el alma de la teología, sino también la fuente de la espiritualidad y del vigor de la fe de todos los creyentes de Cristo”.
El Santo Padre saludó al Cardenal Zenon Grocholewski, Prefecto de la Congregación para la Educación Católica, y manifestó su gratitud al Padre Adolfo Nicolás Pachón, prepósito general de la Compañía de Jesús "que, con notable esfuerzo despliega inversiones financieras y recursos humanos en la gestión de la Facultad de Antiguo Oriente, de la Facultad Bíblica de Roma y de la sede del Instituto en Jerusalén". También hizo extensivo su saludo al rector, profesores y alumnos del Instituto Bíblico.
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Refiriéndose al centenario de la fundación del Instituto por voluntad del Papa Pío X, el Pontífice explicó que la fecha “constituye un punto de llegada y al mismo tiempo uno de partida. Enriquecidos con la experiencia del pasado, proseguid vuestro camino con una entrega renovada, conscientes del servicio que os pide la Iglesia: acercar la Biblia a la vida del Pueblo de Dios para que afronte adecuadamente los retos que los tiempos modernos plantean a la nueva evangelización”.
“El deseo común es que la Sagrada Escritura sea en este mundo secularizado no solo el alma de la teología, sino también la fuente de la espiritualidad y del vigor de la fe de todos los creyentes de Cristo", indicó.
Benedicto XVI recordó que la constitución dogmática "Dei Verbum", del Concilio Vaticano II subrayó en el estudio bíblico "la legitimidad y la necesidad del método histórico crítico y de sus tres elementos esenciales: la atención al género literario, el estudio del contexto histórico y el examen de lo que suele llamar Sitz im Lebem (la situación vital n.d.r.), (... ) añadiendo otra indicación metodológica: Ya que la Escritura es una sola cosa a partir del único pueblo de Dios, que ha sido su portador a través de la historia”.
“Por lo tanto, leer la Escritura como una unidad significa leerla a partir de la Iglesia como su lugar vital y considerar la fe de la Iglesia como la verdadera clave de interpretación", explicó.
"Si la exégesis quiere también ser teología debe reconocer que la fe de la Iglesia es esa forma de sim-patia sin la que Biblia es un libro cerrado; la Tradición no cierra el acceso a la Escritura, al contrario la abre. Por otra parte, es la Iglesia, con sus organismos institucionales, la que tiene la palabra decisiva en la interpretación de la Escritura. A la Iglesia, efectivamente, está confiada la tarea de interpretar auténticamente la palabra de Dios, escrita y transmitida, ejerciendo su autoridad en nombre de Jesucristo", concluyó.