Los padres sinodales aprobaron el mensaje final de la Asamblea Especial para África del Sínodo de los Obispos. Según extractos del documento difundidos por la Santa Sede, el documento constituye un llamado a los africanos a levantarse y avanzar, mientras pide a la Iglesia reforzar su trabajo evangelizador.
El documento recuerda la riqueza de África y al mismo tiempo sostiene que “muchos habitantes de nuestro pueblo deben combatir solos la pobreza y la miseria, en guerras y conflictos, entre crisis y caos”.
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“Todo eso se debe fundamentalmente a decisiones y acciones humanas de personas que no tienen ninguna consideración por el bien común y a menudo, por complicidad trágica y conspiración criminal entre responsables locales e intereses extranjeros", explica.
Asimismo, el texto lamenta que los medios de comunicación con frecuencia se concentren en las “desgracias y defectos, más que en los esfuerzos positivos que estamos realizando” en África.
En este sentido, recuerdan que “el verdadero perdón promueve la justicia del arrepentimiento y de la reparación, que conduce a una paz que va a la raíz del conflicto. Como Dios hace posible este tipo de reconciliación, en este ministerio debemos dedicar un tiempo adecuado a la oración y a los sacramentos, especialmente al Sacramento de la Penitencia".
Los obispos agradecen “a Dios por sus numerosos hijos e hijas que son misioneros en otros continentes. Gracias de modo especial a los que se han quedado con su gente también en tiempo de guerra y de graves crisis. Algunos han pagado incluso su fidelidad con la propia vida”.
"Estamos convencidos de que la principal contribución de la Iglesia a los pueblos de África es la proclamación del Evangelio de Cristo. (...) Todos los miembros de la Iglesia -clero, religiosos y laicos- deben ser estimulados a trabajar juntos en la unidad que hace la fuerza", agregan.
En este Año Sacerdotal, los obispos piden a los presbíteros vivir la “fidelidad a los compromisos sacerdotales, en particular a una vida de celibato en la castidad, así como a un desprendimiento de los bienes materiales, es un testimonio elocuente al Pueblo de Dios".
"Este Sínodo se dirige con profundo afecto a los fieles laicos de África. Sois la Iglesia de Dios en los lugares públicos de la sociedad. A través de vosotros la vida y el testimonio de la Iglesia son visibles al mundo. Dejad que vuestra fe penetre en todos los rincones y lugares de vuestra vida: en la familia, el trabajo, la política y en la vida pública. No es una tarea fácil. Por eso, debéis acercaros asiduamente a las fuentes de la gracia por medio de la oración y los sacramentos", indican.
También hacen un llamado a los católicos africanos comprometidos en la vida pública. “África necesita santos en cargos políticos relevantes: políticos santos que despejarán la corrupción del continente, trabajarán para el bien de la gente y sabrán entusiasmar a otros hombres y mujeres de buena voluntad, también fuera de la Iglesia para unirse contra los males comunes que atenazan a nuestras naciones”, aseguran.
Los obispos también agradecen a las familias católicas que “siendo tenazmente fieles a los ideales de la familia cristiana y porque habéis conservado los valores mejores de nuestra familia africana”.
“La pobreza a veces hace que los padres sean incapaces de atender a sus hijos, con consecuencias desastrosas. La mayor parte de las familias piden solo lo necesario para sobrevivir. Tienen derecho a vivir", agregan.
Los obispos recuerdan que “la Iglesia está en primera línea en la lucha contra el VIH/SIDA y en la atención a las personas infectadas y contagiadas. Con el Santo Padre Benedicto XVI, este Sínodo advierte de que el problema no puede superarse con la distribución de profilácticos. Pedimos a todos los que se interesan de verdad en parar la transmisión sexual del VIH/SIDA que reconozcan el éxito que han obtenido los programas que aconsejan la abstinencia entre los no casados y la fidelidad entre los casados".
Finalmente, recuerdan que "la libertad de religión abarca también la libertad de compartir la propia fe, de proponerla, no de imponerla, de aceptar y acoger a los que se convierten. Las naciones que con sus leyes prohíben a los ciudadanos que abracen la fe cristiana les privan del derecho humano fundamental de decidir libremente su credo”.
“Este Sínodo denuncia esas restricciones de la libertad porqué tergiversan el diálogo sincero y frustran la colaboración auténtica. Si los cristianos que deciden cambiar su religión son bien acogidos entre los musulmanes, tiene que haber reciprocidad en este ámbito. El respeto recíproco es el camino que tenemos que recorrer", concluyen.