El sábado 3 de octubre el enfermero cristiano Imad Elia Abdul Karim, de 55 años de edad, fue secuestrado y el Arzobispo de Kirkuk, Mons. Louis Sako, solicitó a sus captores dejarlo en libertad. Al día siguiente, informa Radio Vaticano, fue hallado el cuerpo sin vida de esta nueva víctima de la violencia extremista islámica.
Este padre de dos hijos se encontraba en las afueras de su casa cuando fue secuestrado. Al conocer la noticia, el Arzobispo hizo un llamado a las autoridades para ayudar a Imad y denunció que "los cristianos son un objetivo de la violencia" y que estos extremistas "aprovechan la falta de seguridad para realizar los secuestros y pedir el respectivo rescate".
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"Todos saben –decía el Prelado en un mensaje– que los cristianos son ciudadanos de este país y de esta ciudad, no existe duda alguna sobre la devoción de los mismos a la patria, sobre su sinceridad".
Mons. Sako deploraba también que estos "actos contra los cristianos que desean tener un papel en la reconstrucción de la nación" en medio de una "cultura de humillación" y alentaba a "las autoridades gubernamentales, a las personas honestas de Irak y Kirkuk a hacer de todo para proteger a los ciudadanos, sin distinción".