Luego de la brutal tormenta que azotó el norte de Filipinas y dejó al menos 246 muertos, un Arzobispo local alabó el heroísmo de un joven que murió salvando a más de doce personas y alentó la solidaridad con las víctimas de las peores inundaciones ocurridas en 50 años.
El Arzobispo de Jaro, Mons. Angel N. Lagdameo, que es además Presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, alabó el "heroísmo de los filipinos" en su respuesta al desastre.
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Al menos 1.9 millones de personas sufrieron la inundación de sus hogares como consecuencia del tifón Ketsana que azotó el país durante el fin de semana. Unos 380 mil buscaron refugio en escuelas, Iglesias y centros de evacuación mientras la policía resguarda las calles para prevenir saqueos.
Mons. Lagdameo alabó el heroísmo de un joven de 18 años llamado Muelmar Magallanes, quien murió tras salvar a su familia y varios vecinos, incluyendo una bebé de solo seis meses de nacida.
Durante la inundación de su aldea, Magallanes ayudó a su hermano mayor a salvar a sus tres sobrinas, luego regresó por sus padres y vecinos atrapados en los techos de los hogares.
El joven ya estaba agotado cuando escuchó los gritos de una mujer arrastrada por el agua con su bebé en brazos. Tras salvarlas, desapareció en el agua y horas después hallaron su cadáver.
Mons. Lagdameo agradeció profundamente al Consejo Supremo de los Caballeros de Colón y a Catholic Relief Services de Estados Unidos por haber estado entre los primeros en responder a la emergencia. Caritas Manila también ha comenzado a recolectar ayuda para las víctimas.
"En los últimos días hemos visto imágenes de Filipinos respondiendo al llamado a vivir la compasión, de gente que sufre con su prójimo", indicó el Arzobispo y elevó oraciones por las víctimas de estos desastres naturales.