Al celebrar hoy la Eucaristía por la fiesta de San Wenceslao en la Iglesia dedicada a él, festividad de toda la República Checa, el Papa Benedicto XVI recordó que, como este mártir del siglo X, es necesario anteponer el anhelo de santidad a la búsqueda del bien terreno.
En la explanada de Melnik y tras la adoración del Santísimo y de la veneración de las reliquias del Santo, el Santo Padre celebró la Misa. En su homilía aseguró que Wenceslao era "un modelo de santidad para todos, especialmente para los que guían las suertes de las comunidades y de los pueblos. Pero nos preguntamos, en nuestros días, ¿la santidad sigue siendo actual? ¿No interesan más el éxito y la gloria terrena? ¿Y cuánto duran y cuanto valen ambos?".
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"El siglo pasado –y vuestra tierra es testigo– ha visto caer no pocos potentes, que parecían haber llegado a alturas casi inalcanzables. De improviso se han encontrado privados de su poder. Los que niegan y siguen negando a Dios y, en consecuencia, no respetan al ser humano, parecen tener una vida fácil y lograr el éxito material. Pero basta rascar la superficie para constatar que en esas personas hay tristeza e insatisfacción", continuó.
Benedicto XVI explicó que "solo los que conservan en el corazón el santo 'temor de Dios' confían también en el ser humano y dedican su existencia a la construcción de un mundo más justo y fraternal. Hoy hacen falta personas que sean 'creyentes' y 'creíbles', dispuestas a difundir en todos los ámbitos de la sociedad los principios e ideales cristianos en que se inspira su acción. Esa es la santidad, vocación universal de todos los bautizados, que lleva a cumplir el propio deber con fidelidad y valor, mirando no al propio interés egoísta, sino al bien común y buscando siempre la voluntad divina".
Citando el Evangelio de hoy, en el que Cristo pronuncia las palabras: "¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?", el Santo Padre subrayó que el valor auténtico de la existencia humana "no se mide solo con bienes terrenos e intereses pasajeros porque no son las realidades materiales las que apagan la sed profunda de sentido y de felicidad encerrada en el corazón de cada persona. Por eso, Cristo no vacila en proponer a sus discípulos el camino estrecho de la santidad".
Un camino que es posible seguir, como hicieron los santos, que con su ejemplo "alientan a quien se llama cristiano a ser creíble, es decir, coherente con los principios y la fe que profesa. No basta parecer buenos y honrados, es necesario serlo realmente".
Finalmente, el Papa afirmó que "esta es la lección de vida de San Wenceslao, que tuvo el valor de anteponer el reino de los cielos a la fascinación del poder terreno".