En el encuentro realizado ayer en el Arzobispado de Praga con los miembros del Consejo Ecuménico de la República Checa, el Papa Benedicto XVI alentó a los cristianos a compartir el tesoro de la salvación con todo el mundo, ya que el "cristianismo tiene mucho que ofrecer en el ámbito práctico y moral".
"Es difícil creer que han pasado solo dos décadas desde que la caída de los regímenes precedentes dio lugar a una transición difícil pero productiva hacia estructuras políticas más participativas", dijo el Santo Padre. "En este periodo los cristianos se han unido a otras personas de buena voluntad para contribuir a reconstruir un orden político justo y siguen comprometidos en el diálogo para abrir nuevos caminos hacia la comprensión y la colaboración reciproca de cara a la paz y el progreso del bien común", continuó.
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Sin embargo, observó, "brotan bajo nuevas formas intentos de marginar el influjo del cristianismo en la vida pública, a veces con el pretexto de que sus enseñanzas son perjudiciales para el bienestar de la sociedad. La separación artificial del Evangelio de la vida intelectual y pública debería llevarnos a comprometernos en una recíproca 'autocrítica de la edad moderna' y 'autocrítica del cristianismo moderno', sobre todo respecto a la esperanza que pueden ofrecer a la humanidad en un periodo caracterizado por la proliferación de diversas visiones del mundo".
"El cristianismo tiene mucho que ofrecer en ámbito práctico y moral", aseguró Benedicto XVI y además "ofrece una realidad más profunda e inseparable de la 'economía' de la caridad que obra en este mundo: Ofrece la salvación".
El Santo Padre explicó entonces que "el término salvación, rico de significados expresa algo fundamental y universal en el anhelo humano de la felicidad y la plenitud. Es la verdad central del Evangelio, el objetivo al que apunta cualquier esfuerzo de evangelización y atención pastoral. Y es el criterio sobre el que los cristianos se centran siempre cuando tratan de curar las heridas y divisiones del pasado".
"La proclamación por parte de la Iglesia de la salvación en Jesucristo es siempre antigua y siempre nueva. Cuando Europa escucha la historia del cristianismo, escucha su misma historia. Sus nociones de justicia, de libertad y responsabilidad social, junto con las instituciones culturales y jurídicas establecidas para defender estas ideas y transmitirlas a las generaciones futuras están plasmadas por su herencia cristiana. En verdad, la memoria del pasado alimenta sus aspiraciones de futuro".
Recordando a los santos bohemos Adalberto y Agnese, que difundieron el Evangelio "convencidos de que los cristianos no deben replegarse sobre sí mismos, temerosos del mundo, sino compartir con confianza el tesoro que les han confiado", el Papa Benedicto XVI señaló que también los cristianos de hoy, "abriéndose a la situación actual y reconociendo todo lo bueno de la sociedad, deben tener el valor de invitar a los hombres y mujeres a la conversión radical que deriva del encuentro con Cristo e introduce en una nueva vida de gracia".
"Desde este punto de vista entendemos con más claridad porqué los cristianos deben unirse a los demás para recordar a Europa sus raíces. No porque estas raíces se hayan secado. Al contrario: por el hecho de que sigan, de forma tenue, pero fecunda, dando al continente el sostén espiritual y moral que permite establecer un diálogo significativo con personas de otras culturas y religiones. Precisamente porque el Evangelio no es una ideología, no pretende bloquear dentro de esquemas rígidos las realidades socio- políticas que cambian. Más bien, trasciende las vicisitudes de este mundo y arroja una luz nueva sobre la dignidad de la persona en cada época".
Finalmente el Papa pidió a "Dios que nos dé un espíritu valeroso para compartir las verdades salvíficas eternas que han permitido y seguirán permitiendo el progreso social y cultural de este continente".