Una multitud de fieles calculada en medio millón de personas participó ayer de la tradicional procesión de las imágenes del Señor y la Virgen del Milagro por las calles céntricas de la capital provincial argentina, y renovó el Pacto de Fidelidad a los patronos tutelares de Salta.
Las imágenes salieron en procesión "saludadas por el sonar de sirenas y campanas, y el agitar de pañuelos blancos"; y estuvo encabezada por el Arzobispo de Salta, Mons. Mario Antonio Cargnello, y el gobernador de la provincia, Juan Manuel Urtubey; entre otras autoridades provinciales.
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Al llegar al monumento al General Martín Miguel de Güemes, renovaron el pacto de fe con los patronos tutelares de Salta. Mons. Cargnello agradeció al Señor del Milagro "porque también este años nos concedes renovar nuestra esperanza. Tú eres el Buen Pastor que nos conduce a los pastos de la vida y de la fraternidad".
El Prelado ratificó el compromiso de querer ser una Iglesia "semilla de una humanidad nueva, más justa y más fraterna"; y renovó el ardor misionero a favor "de la vida y de la familia, de la educación y de la juventud, de la justicia y de la paz".
Asimismo, tras subrayar la esperanza en los jóvenes, Mons. Cargnello advirtió sobre "el flagelo inicuo de la droga que se extiende como un cáncer en nuestros barrios, el aumento del miedo y de la inseguridad"; y exhortó a los muchachos a "no ceder a los mercaderes de la destrucción e implorar con fuerza y, si es necesario, imperar a quienes trafican con el futuro y la vida de los mismos: No les es lícito continuar matando".
Por último, el Prelado pidió perdón por "las debilidades e infidelidades de mis hermanos e hijos sacerdotales", al tiempo que agradeció a los sacerdotes "su ejemplo y servicio ministerial" y oró por los seminaristas, para que "puedan formarse en un clima honesto y transparente que madure en ellos una rectitud profunda a lo largo de su camino formativo en la muerte".
La celebración se realiza desde el año 1692 y recuerda los hechos del 13 de setiembre, cuando se encontró en la iglesia la imagen de la Inmaculada Virgen María caída en el suelo sin daño en su rostro y manos después del terremoto que destruyó la localidad de Esteco. La procesión contó con la participación de peregrinos, que recorrieron más de 500 kilómetros a pie, de diferentes lugares de Argentina como Cafayate, Talapampa, la Viña, Coronel Moldes, Carril, la Merced y Cerrillos; entre otros.