El Obispo de Santander, Mons. Vicente Jiménez Zamora, lamentó el "intento de retirar el crucifijo" de los lugares públicos, especialmente de colegios y hospitales, y reivindicó su vigencia porque es "símbolo universal de paz, de amor y de entrega por los demás".
Además, consideró que "pedagógicamente es bueno" que los niños aprendan las "lecciones" que da el crucifijo: "la lección del perdón, del amor de Dios al pecador, de la dignidad humana y de la solidaridad con todos los crucificados y con todas las víctimas".
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"El crucifijo es una síntesis del Evangelio y el Evangelio no ofende a nadie", sentenció el Prelado cántabro en la homilía que pronunció este mediodía en el monasterio de Santo Toribio de Liébana con motivo de la celebración de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
En palabras del Obispo, la cruz "sigue en pie como signo de salvación y esperanza", pero aseguró que hoy es "difícil predicar" ese mensaje "en un mundo que es enemigo de la cruz de Cristo".
Pese a ello, recalcó que Jesús es, "ahora y siempre, el centro de todo, el punto focal hacia donde dirige su mirada toda la historia humana", y destacó que la cruz "no es anuncio de un triste destino de sufrimiento y muerte", sino un "mensaje triunfal de vida y salvación".
En el monasterio de Santo Toribio de Liébana, donde realizó hoy Mons. Jiménez Zamora estas afirmaciones, se conserva desde el siglo VIII el lignum crucis, una reliquia que, según la tradición, es un fragmento de la cruz de Cristo traído a España desde Jerusalén en el siglo V por Santo Toribio, Obispo de Astorga.