Al recibir esta mañana a un grupo de prelados de la Conferencia Nacional de Obispos Católicos de Brasil (CNBB), el Papa Benedicto XVI los alentó a responder decididamente a las "vidas desesperadas que están a la búsqueda de esperanza, como demuestra la difusa y a veces confusa exigencia de espiritualidad".
En su discurso, el Papa recordó primeramente su visita a Brasil en 2007 para inaugurar la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe en el Santuario de Nuestra Señora de Aparecida, Patrona de Brasil, donde experimentó "el cariño del pueblo brasileño por el Sucesor de Pedro".
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Seguidamente el Papa exhortó a los prelados a no desanimarse ante los desafíos que generan las grandes distancias que deben recorrer con frecuencia para servir a los fieles y a recordar que "el anuncio del Evangelio y la adhesión a los valores cristianos no es sólo un elemento útil sino indispensable para la construcción de una buena sociedad y un verdadero desarrollo humano integral".
Al referirse a la escasez de sacerdotes en Brasil, Benedicto XVI señaló que parte de la solicitud pastoral de su ministerio es la "generación de nuevos pastores", porque "aunque Dios sea el único capaz de sembrar en el corazón humano la llamada al servicio pastoral de su pueblo, todos los miembros de la Iglesia deberían interrogarse sobre la urgencia de esa causa y el compromiso personal con que la sienten y viven".
Benedicto XVI dijo a los obispos que en la sociedad actual, donde "tantas personas parecen querer vivir todo en un minuto, otros se abandonan al tedio y a la inercia o a violencias de todo tipo", sucede en realidad que "esas vidas desesperadas están a la búsqueda de una esperanza, como demuestra la difusa y a veces confusa exigencia de espiritualidad y de una renovada busca de puntos de referencia para retomar el camino de la vida".
El Papa señaló luego que en los decenios posteriores al Concilio Vaticano II se "cayó en una auto-secularización de muchas comunidades cristianas. Actualmente existe una nueva generación ya nacida en este ambiente eclesial secularizado que, en vez de mostrar apertura y consenso, ve en la sociedad un foso de diferencias y contraposiciones al Magisterio de la Iglesia, sobre todo en el campo ético, que es cada vez más profundo. En este desierto de Dios, la nueva generación siente una gran sed de trascendencia".
Los jóvenes actuales, continuó el Papa, "necesitan encontrar formadores que sean verdaderos hombres de Dios, sacerdotes totalmente dedicados a la formación, que den testimonio del don de sí a la Iglesia, a través del celibato y de la vida austera, según el modelo de Cristo Buen Pastor. De este modo, los jóvenes aprenderán a ser sensibles al encuentro con el Señor, mediante la participación diaria en la Eucaristía, amando el silencio y la oración, procurando en primer lugar la gloria de Dios y la salvación de las almas".
Finalmente el Papa pidió a los obispos que desarrollen reflexiones sobre el tema de la formación de los seminaristas y de los presbíteros "en fidelidad a las normas universales de la Iglesia", que fueron objeto de la asamblea plenaria de abril.