En el marco del Congreso "Caridad, reconciliación y dignidad humana" que se llevó a cabo en esta ciudad, se realizó un panel en el que se resaltó que la familia, la escuela y la vida consagrada con ámbitos ineludibles en los que se debe vivir la reconciliación.
Para hablar de la familia como primer ámbito, la Sra. María Lourdes Lazarte de Angulo, Directora del Instituto para el Matrimonio y la Familia de la Universidad Católica San Pablo, explicó que todos los miembros de la célula familiar deben vivir la santidad "en clave de reconciliación".
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Teniendo en cuenta que esta santidad debe ser vivida por cada uno de los esposos velando por el otro, la educación de los hijos, el trabajo y el apostolado familiar, Lazarte señaló que esta tarea apostólica solo podrá realizarse "si se vive enmarcado en el amor de Dios" que es el que logra la reconciliación de las personas.
A su turno, el Dr. Andrés Cardó, Presidente del Consejo Nacional de Educación del Perú, señaló que la tarea en las escuelas no necesariamente se limita a la pura instrucción religiosa, sino que abarca todo el ámbito de la evangelización de la cultura, "ya que educar es la asimilación de la cultura existente" por lo que debe "evangelizarse educando y educar evangelizando".
El Dr. Cardó alertó además que "no existe la dicotomía entre evangelización y educación" y señaló que la educación debe darse siempre da manera coherente, comenzando por los colegios católicos.
De otro lado, la Superiora Provincial del Perú de las Hijas de San Vicente de Paúl, Sor Marina Meléndez, destacó que los consagrados, en su labor reconciliadora, ejercen un "servicio a la dignidad de la persona en una sociedad deshumanizada" en medio de la cual anuncian la reconciliación.
La vida consagrada, explicó, es un don de Dios "para que las personas siempre vean lo fundamental", en el que las personas son llamadas por Él "a anunciar la Buena Noticia y hacer así presente a Cristo en el mundo".
Reconciliación y rupturas
El Dr. Gustavo Sánchez Rojas de la Facultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, tuvo a su cargo la ponencia "Pecados personales y cuatro rupturas" en la que explicó que el pecado genera en la persona la ruptura con Dios, consigo mismo, con el prójimo y con lo creado.
Esta cuádruple ruptura, dijo, tiene su origen en el pecado original que hace a las personas proclives al mal; "pero no destruye la naturaleza humana sino que la hace necesitada de la reconciliación que trae el Señor Jesús".
El Dr. Sánchez recordó también lo dicho por Juan Pablo II cuando señalaba que el pecado es "un acto suicida" pues con él el hombre rompe la comunión con Dios, la cual necesita restablecer para poder llegar a su plenitud y realización.
La reconciliación se presenta así, dijo, como un don urgente para el hombre. "El amor de Dios no se queda quieto. Sana la ruptura y nos devuelve el amor que nos ha reconciliado", explicó.
Clausura
El Nuncio Apostólico en el Perú, Mons. Bruno Mussaró, tuvo a su cargo la clausura del Congreso. En el acto agradeció al Arzobispado de Lima y a la asociación Vida y Espiritualidad que celebra sus Bodas de Plata.
El Arzobispo hizo votos para que se ponga por obra lo meditado y estudiado en este importante evento y para que "la caridad y reconciliación que todos los hombres deben vivir en su existencia permita la construcción de la tan ansiada civilización del amor".