El Subsecretario General de las Naciones Unidas, Giandomenico Picco, destacó la importancia de la Caritas in veritate para la sociedad actual, precisando cómo esta encíclica social de Benedicto XVI resalta, en medio del proceso de globalización, la importancia de la fraternidad de la familia humana y cómo plantea propuestas concretas en las que resuena la esperanza para construir un mundo mejor.
Al iniciar su artículo publicado en L'Osservatore Romano, Picco explica cómo la encíclica advierte que si bien la globalización acerca a las personas no las hace fraternas necesariamente; y cómo este concepto de la fraternidad ha de tenerse en cuenta para transformar las estructuras sociales.
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"En los ojos –la única parte del rostro que podía ver– del libanés enmascarado que me había tocado encapuchar y llevar de noche por las calles de Beirut, buscaba una cercanía humana. Me hubiera servido mucho en aquella ocasión otras palabras más de la encíclica que son muy queridas para el Papa Benedicto: estas son, 'la religión siempre debe ser purificada por la razón para mostrar su auténtico rostro humano", relata.
"En la Caritas in veritate he encontrado semillas de una visión del futuro ordenado internacional que también están en mi modo de leer la realidad y de mi historia personal multicultural de hijo de zonas limítrofes y trabajadoras de la mediación entre gentes en conflicto", prosigue Picco.
Tras indicar que el Santo Padre explica al importante rol que debe jugar cada una de las personas individuales y los gobernantes, el Subsecretario destaca que "la encíclica alienta el concepto de 'responsabilidad de proteger', incluso si los estados no están en capacidad de hacerlo".
Y esta, añade Picco haciendo referencia al tratado de Westafalia que, explica, en 1648 permitió el nacimiento del Estado-Nación moderno y que se plasmó con las revoluciones de Francia y Estados Unidos, "es la nueva frontera del derecho internacional que va más allá de Westfalia. Incluso más importante porque se refiere al futuro ordenado del mundo y el llamado a liberarnos de aquellas ideologías que 'simplifican con frecuencia de modo artificial la realidad'. Una esperanza que encuentra hoy, en varias partes del mundo, una resistencia fuerte debida tal vez al temor que la nueva complejidad de un mundo globalizado de hecho ha provocado en muchos".
Entre estos, indica luego, están los fundamentalismos que en distintos países se oponen a la fraternidad a través del conflicto. "A esto –precisa– la encíclica responde: 'La esperanza alienta a la razón y le da la fuerza para orienta la voluntad'. De aquí nace la necesidad de generar esperanza".
Benedetto XVI exhorta también, dice Picco, a "una reforma del sistema de las Naciones Unidas y de las estructuras internacionales económicas y financieras. Espero que esto no se haga solo a nivel numérico: un Consejo de seguridad muy grande, por ejemplo, sería una reforma modesta y podría generar también una reducción de su eficacia. Primero que nada debería estar en la reforma el método de trabajo de varios órganos de las Naciones Unidas".
Al hablar al final sobre la necesidad de entender al mundo como una gran "familia humana" como subraya el Papa en su encíclica, Picco considera que "el emerger de la identidad múltiple, en mi opinión, no solo cambiará el sistema internacional, sino también al mismo Estado-Nación y hará más realizable el concepto de familia humana. Entonces, tal vez tendremos líderes que sepan serlo incluso sin necesidad de un enemigo".