El Arzobispo de Santa Fe de la Vera Cruz, Mons. José María Arancedo, explicó que los abuelos no solo merecen respeto sino reconocimiento y gratitud.
"Hablar de respeto a nuestros abuelos puede tener sabor a poco, prefiero hablar de reconocimiento y gratitud", porque "el reconocimiento nos habla de una verdad que compromete a la justicia; la gratitud, en cambio, nos habla más de una actitud de amor y de generosidad. No se excluyen sino que se complementan", indicó a propósito de la fiesta de los santos Joaquín y Ana, los abuelos de Jesús.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Tras recordar que los nietos y abuelos, marcan una continuidad del sentido espiritual de la condición humana, destacó que "esto tiene mucho que ver, además, con el sentido de la historia y la transmisión de valores que es propio de la cultura del hombre y la sociedad".
"Hay un pasado que se hace presencia en la persona de los abuelos. La solidez de la raíz es garantía para el futuro de los hijos; su compañía es, por ello, una riqueza", subrayó en su alocución semanal por radio.
"No puede haber amor sin justicia, pero sí, lamentablemente, puede haber justicia sin amor, y esto duele -reconoció-. Para un abuelo tener un lugar espiritual, aunque no sea físico, en el lugar de sus afectos, es un signo de reconocimiento y de amor. El lugar espiritual es una actitud que crea un espacio que hace posible la vida y su realización. De ello todos somos responsables".
Mons. Arancedo afirmó que "el nivel moral de una comunidad se mide, en gran parte, por la atención que se presta y se acompaña a los abuelos. En la persona de los abuelos podemos ver hoy la situación en la que viven muchos jubilados, para quienes el primer nivel, aquel de la justicia, aún está lejos de ser atendido. La caridad no suple a la justicia, la supone y la perfecciona. Creo que en este tema hay mucho por hacer y no se puede esperar".