Al presidir el rezo del Ángelus dominical este mediodía en la Plaza de San Pedro, el Papa Benedicto XVI precisó que “las soluciones a los problemas actuales de la humanidad no pueden ser solo técnicas, sino que deben tener en cuenta todas las exigencias de la persona, que está dotada de alma y cuerpo, y deben tener en cuenta al Creador, que es Dios”.
El Santo Padre reiteró además, en sus palabras previas a la oración mariana, que la Iglesia “no ofrece soluciones técnicas” ante las problemáticas actuales, pero al ser “experta en humanidad, ofrece a todos la enseñanza de la Sagrada Escritura sobre la verdad del hombre y anuncia el Evangelio del Amor y la justicia”.
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El Papa se refirió a la reciente cumbre del G8 realizada en la localidad italiana del Aquila; y resaltó que “el miércoles pasado, al comentar en la Audiencia General la encíclica Caritas in veritate publicada en la víspera de esta cumbre recordaba que ‘son necesarios nuevos proyectos económicos que rediseñen el desarrollo de manera global, basándose en el fundamento ético de la responsabilidad ante Dios y ante el ser humano como criatura suya’”.
Seguidamente Benedicto XVI recordó que Pablo VI, en su encíclica Populorum progressio de 1967, ya había “reconocido e indicado el horizonte mundial de la cuestión social. Prosiguiendo el mismo camino, también yo he advertido la necesidad de dedicar la Caritas in veritate a tal tema, que en nuestro tiempo se ha convertido ‘radicalmente en un asunto antropológico’”.
Es decir, explica el Santo Padre, “en el sentido en que éste implica el modo mismo de concebir al ser humano siempre colocado en manos del mismo hombre por las modernas biotecnologías. Las soluciones a los problemas actuales de la humanidad no pueden ser solo técnicas, sino que deben tener en cuenta todas las exigencias de la persona, que está dotada de alma y cuerpo, y deben tener en cuenta al Creador, que es Dios”.
El Pontífice advierte también que pueden generarse “agresivos escenarios para el futuro de la humanidad en donde, ‘el absolutismo de la técnica’ encuentra su máxima expresión en algunas prácticas contrarias a la vida. Los actos que no respetan la verdadera dignidad de la persona, incluso cuando parecen motivados por una ‘opción de amor’, en realidad son el fruto de una ‘concepción material mecanicista de la vida humana’, que reduce el amor sin verdad a un ‘errado voto para actuar arbitrariamente’ y puede así generar efectos negativos para el desarrollo humano integral”.
Tras reiterar nuevamente que la Iglesia recuerda a los cristianos que “el anuncio de Cristo es el primer y principal factor de desarrollo”, el Pontífice concluye haciendo votos para que “la Virgen María nos obtenga la gracia de caminar en el camino del desarrollo con todo nuestro corazón e inteligencia, es decir, ‘con todo el ardor de la caridad y la sabiduría de la verdad’”.