Desde Ginebra, el representante de la Santa Sede ante la ONU, Mons. Silvano Tomasi, pidió a la comunidad internacional dar una respuesta a la crisis económica y la epidemia de gripe que considere el derecho a la vida desde la concepción.
"El acceso a la atención primaria de la salud asequible y de medicamentos que salvan vidas es vital para mejorar la salud mundial", explicó Mons. Tomasi y agregó que "en un mundo cada vez más interdependiente, la enfermedad y los virus no tienen fronteras, y por lo tanto, una mayor cooperación mundial no sólo se convierte en una necesidad práctica, sino en un imperativo ético de la solidaridad".
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El representante vaticano pidió a la comunidad guiarse por una "tradición de salud que respete y promueva el derecho a la vida desde la concepción hasta la muerte natural para todos, independientemente de raza, discapacidad, nacionalidad, religión, sexo y situación socioeconómica".
"La ausencia de un lugar para la promoción de la vida humana en el centro de las decisiones de atención médica se traduce en una sociedad en la que el derecho absoluto a la atención básica de salud y la vida se verían limitados por la capacidad de pago, por la percepción de la calidad de vida subjetiva y otras decisiones que sacrifican la vida y la salud a cambio de ventajas sociales, económicas y políticas de corto plazo.
"La comunidad internacional está luchando para encontrar soluciones a la crisis económica y financiera causada por la codicia y la carencia de una responsabilidad ética. Mientras los analistas debaten las causas de la crisis, las consecuencias sociales de la nueva pobreza, pérdida de empleos, malnutrición y estancado desarrollo, impactan en los grupos de personas más vulnerables y exigen respuestas prontas y efectivas", explicó.
Asimismo, recordó la disponibilidad de la Iglesia Católica de seguir ayudando en materia sanitaria a través de sus 5.378 hospitales, 18.088 dispensarios de salud, 15.448 hogares de ancianos y discapacitados, y otros programas de atención de salud en todo el mundo.
Finalmente, insistió en la necesidad de "un enfoque ético para el desarrollo lo que implica un nuevo modelo de desarrollo global centrado en la persona humana, más que en los beneficios, y que incluya las necesidades y aspiraciones de toda la familia humana", según lo pide el Papa Benedicto XVI en su nueva encíclica Caritas in Veritate.