El Arzobispo Emérito de Resistencia (Argentina), Mons. Carmelo Giaquinta, advirtió de "la falsa ilusión de multiplicar el número de ministros por la supresión del celibato sacerdotal" y resaltó que "lastimosamente algunos se dejan tentar, y en vez de alimentar su ideal de consagración en la Palabra de Dios, asumen la opinión de la prensa que a veces pontifica sobre las cosas divinas".
Tras precisar que ésta es " una trampa en la que fieles y pastores no debemos caer", el Prelado resaltó en su reflexión la necesidad de "afirmarse con claridad que el candidato a las sagradas órdenes en la Iglesia latina ha de contar con una doble vocación: a la vida de consagración a Dios mediante el celibato voluntario y perpetuo, y al ejercicio de la caridad pastoral. Y ello, comprobado por el sujeto y mostrado a la Iglesia a través de un camino adecuado, que incluye haber adquirido el hábito de la oración personal".
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"El celibato sacerdotal no es una condición extrínseca que se añade después de la ordenación. Sino una condición previa a la misma, cuyo fundamento es la fe viva en Jesucristo que invita a dejar todo por amor a él para seguirlo", remarcó.
Seguidamente el Prelado precisó que "la Iglesia nunca abolirá el criterio apostólico" según el cual cada uno debe seguir viviendo "en la condición que el Señor le asignó y en la que se encontraba cuando fue llamado", ni tampoco la norma eclesiástica de que "el ministro que fue ordenado siendo célibe permanezca célibe, y el que fue ordenado estando casado permanezca casado".
Por lo tanto, explicó, "nunca habrá un celibato optativo en el sentido que muchas veces se lo formula en la prensa: que los ministros ordenados siendo célibes puedan casarse".
Al referirse luego a la infidelidad de algunos ministros, Mons. Giaquinta indicó que estos casos tienen que "llenarnos de humildad, y ser un acicate para que los clérigos" vivan más profundamente su fidelidad.