El Papa Benedicto XVI saludó esta mañana los esfuerzos por defender la vida en distintos estados mexicanos con reformas legales que consagran el derecho a la vida desde su inicio.
Al recibir las cartas credenciales de Héctor Federico Ling Altamirano, nuevo Embajador de México ante la Santa Sede, el Papa explicó que "nunca se insistirá bastante en que el derecho a la vida debe ser reconocido en toda su amplitud".
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"A este respecto deseo saludar con gozo la iniciativa de México, que en el año 2005 eliminó de su legislación la pena capital, así como las recientes medidas que algunos de sus Estados han adoptado para proteger la vida humana desde su comienzo. Estas apuestas decididas en una cuestión tan fundamental han de ser un emblema de vuestra Patria, del que debe sentirse justamente orgullosa", indicó.
Asimismo, recordó que la identidad de México "se ha ido forjando a lo largo de los siglos en fecunda relación con el mensaje de salvación que la Iglesia Católica proclama".
"La fe en Jesucristo ha engendrado en México una cultura que brinda un sentido específico y completo de la vida y una visión esperanzada de la existencia, ilustrando al mismo tiempo una serie de principios sustanciales para el desarrollo armónico de toda la sociedad", señaló.
El Santo Padre se refirió también al VI Encuentro Mundial de las Familias, celebrado hace unos meses en Ciudad de México, que destacó "la importancia de esta institución, tan estimada por el pueblo mexicano por lo que es de suma trascendencia que se le ayude adecuadamente, de modo que los hogares no dejen de ser escuelas de respeto y entendimiento mutuo, semilleros de virtudes humanas y motivo de esperanza para el resto de la sociedad".
Benedicto XVI constató "los importantes avances que se han ido produciendo en estos años en las buenas relaciones entre la Santa Sede y México, en un clima de recíproca autonomía y sana colaboración".
Citó en este sentido los actos conmemorativos del XV aniversario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ese país y la Santa Sede, donde se abordaron entre otros temas "la manera correcta de entender un auténtico Estado democrático y su deber de amparar y favorecer la libertad religiosa en todos los aspectos de la vida pública y social de la Nación".
Benedicto XVI recordó que "la libertad religiosa no es un derecho más, ni tampoco un privilegio que la Iglesia Católica reclama; pertenece a lo más esencial de cada persona, de cada pueblo y nación" y no se puede "limitarla a una mera convivencia de ciudadanos que practican privadamente su religión, o restringirla al libre ejercicio del culto, sino que se ha de asegurar a los creyentes la plena garantía de manifestar públicamente su religión, ofreciendo también su aportación a la edificación del bien común y del recto orden social en cualquier ámbito de la vida, sin ningún tipo de restricción o coacción".
"A este respecto, la Iglesia Católica, a la vez que sostiene e impulsa esta visión positiva del papel de la religión en la sociedad, no desea interferir en la debida autonomía de las instituciones civiles", precisó.
El Papa elogió los pasos de diversas instancias mexicanas para "fomentar un orden social más justo y solidario y superar las contrariedades que continúan amenazando al país", entre otras, "cuestiones tan graves como la violencia, el narcotráfico, las desigualdades y la pobreza, que son campo abonado para la delincuencia".