Con solo siete años de existencia, el programa de asistencia solidaria “Pan para mi hermano”, que impulsa el Movimiento de Vida Cristiana en Santiago de Guayaquil, ha recibido numerosos reconocimientos de entidades eclesiales y privadas, y este fin de semana, acogió la visita del Fundador de la Familia Sodálite, Luis Fernando Figari.
Voluntarios y beneficiarios del programa de solidaridad participaron de un multitudinario encuentro realizado en el Colegio de los Hermanos de La Salle, donde Luis Fernando Figari, luego de participar de los cantos y saludos, agradeció “la cristiana generosidad” de los voluntarios presentes y les invitó a continuar con “un seguimiento social del Señor Jesús que se haga patente en los frutos”.
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Al hablar de la Cruz de Jesús como la fuente de la reconciliación y la justicia para todos los hombres, el Fundador del MVC se dirigió especialmente a los pobres y “sin techo” beneficiados por el programa de “Pan para mi hermano”, alentándolos a descubrir el valor del misterio salvífico del dolor; así como al esperanza de que “al rezar todos por el pan nuestro de cada día”, “los cristianos nos sintamos impulsados que esto se haga realidad en nuestros hermanos más necesitados”.
“La dignidad humana de los más desposeídos reclama el respeto, la solidaridad y la promoción humana”, dijo Figari; quien recordó que “Jesús nos ha dado a María como Madre al pie de la Cruz, y ese discípulo al que se dirigió somos todos nosotros los cristianos, que debemos mirar a María, pedirle su intercesión y seguir siempre el ejemplo de su visita a su prima Isabel, a quien llevó la Buena Nueva de Jesús, que portaba en su interior, y su solidaridad efectiva para atender sus necesidades materiales”.
“Pan para mi hermano” en Guayaquil atiende semanalmente a miles de necesitados en cuatro puntos de la ciudad, donde no sólo se atienden sus necesidades materiales, sino que se presenta siempre el Evangelio y su mensaje de reconciliación.
Luis Fernando Figari concluyó el festivo encuentro invitando a más miembros del MVC a ofrecer su tiempo y esfuerzo; para que así “veamos un significativo aumento de personas necesitadas beneficiadas por este hermoso programa, símbolo patente la comunión que debe vivir la Iglesia que peregrina en Santiago de Guayaquil”.