Al recibir hoy a los obispos de la Conferencia Episcopal de Vietnam en su visita ad limina, el Papa Benedicto XVI resaltó que “las religiones no son un peligro para la unidad de la nación, ya que ellas quieren ayudar al individuo a santificarse y, a través de sus instituciones, desean ponerse desinteresadamente al servicio del prójimo”.
Tras saludar a los obispos y recordar de manera especial al fallecido Cardenal Paul Joseph Pham Đinh Tung, quien fuera durante muchos años Arzobispo de Hanoi, ejemplo de fidelidad para los sacerdotes y los católicos vietnamitas, el Santo Padre subrayó luego que “una sana colaboración entre la Iglesia y la comunidad política es posible. Para este propósito, la Iglesia invita a todos sus miembros a comprometerse lealmente en la edificación de una sociedad justa, solidaria e igualitaria”.
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Seguidamente el Papa recalcó que la Iglesia, que en Vietnam no goza de la libertad que necesita para desarrollar su tarea y que ha sido perseguida en el pasado y actualmente sufre en ocasiones la represión del gobierno, “no pretende sustituir a los responsables gubernamentales, deseando solamente el poder” sino que “en el contexto de un espíritu de diálogo y de respetuosa colaboración, busca tomar justa parte de la vida de la nación, al servicio de todo el pueblo”.
“Participando activamente, en el lugar que le responde y de acuerdo a su vocación específica, la Iglesia nunca se puede dispensar del ejercicio de la caridad en tanto es una actividad organizada por los creyentes y, por otro lado, no existe una situación en la que no haya necesidad de la caridad de cada cristiana, porque el hombre, está del lado de la justicia y siempre necesitará del amor”, explicó el Papa.
Benedicto XVI también recordó en su mensaje el inicio del Año Sacerdotal y aseguró que este tiempo especial servirá para iluminar “la grandeza de la belleza del ministerio de los sacerdotes” de Vietnam; al tiempo que animó a los obispos a alentar la formación permanente de todos los presbíteros.
Al hablar luego del papel de los laicos en la sociedad, el Santo Padre precisó que su mayor contribución debe darse en el marco de la familia, en donde se ha de vivir de acuerdo a una “recta conciencia, con lealtad y verdad, convirtiéndose en fuente de valores y virtudes humanos, una escuela de fe y amor a Dios”.
Entonces, dijo luego el Papa, es necesaria la adecuada formación de los laicos, para que ellos puedan demostrar “a través de sus vidas basadas en la caridad, la honestidad y el amor al bien común, que un buen católico es también un buen ciudadano”.
“Quisiera confiaros de manera especial a los jóvenes, especialmente a los que vienen a las ciudades del espacio rural para seguir estudios superiores y para encontrar trabajo. Sería deseable desarrollar una pastoral apropiada para estos jóvenes migrantes internos comenzando por reforzar; allí, la colaboración entre las diócesis de origen de los jóvenes y las diócesis de acogida dándoles consejos éticos y directivas prácticas”.
Tras referirse luego a 50º aniversario de la erección de la jerarquía episcopal vietnamita que se celebrará en 2010, ocasión especial para “dar gracias por el don de la fe en Jesucristo”, el Pontífice alentó a los obispos a “permanecer fieles a la fe recibida de los Apóstoles de quienes son testigos generosos en las condiciones con frecuencia difíciles” que se presentan.
“¡Que el Espíritu del Señor sea vuestro guía y vuestra fuerza! Os confío a la protección maternal de Nuestra Señora de La-Vang y a la intercesión de los santos mártires de Vietnam. Os imparto de corazón a todos una afectuosa Bendición Apostólica”, concluyó.