El Obispo de Almería, Mons. Adolfo González, recordó la importancia de defender la libertad religiosa en una sociedad marcada por una ideología laicista que se opone a la pervivencia de la simbología católica.
En un artículo publicado en el sitio web de su diócesis, el Obispo recordó la agresión que en el pasado padeció el monumento al Corazón de Jesús, víctima de la persecución religiosa.
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"De nuevo ahora se ha emprendido una campaña contra los signos religiosos. ¿Qué sentido puede tener la eliminación de imágenes y signos religiosos en una sociedad que hoy quiere ser abierta y plural? La tolerancia no se construye sobre la previa aniquilación de los signos de la fe, sino sobre su respetuosa aceptación como expresión de las creencias y de la fe religiosa que ha dado vida a la historia de las comunidades de los pueblos y a las naciones", indicó.
Explicó que "los monumentos al Corazón de Cristo y a la Virgen María, los miles de cruces que pueblan la geografía española y se alistan junto a las catedrales e iglesias son la expresión de una trayectoria histórica marcada por la fe en Cristo y el amor a la divina persona del Salvador".
"Contra la ideología del laicismo actual, que se opone tenazmente a la pervivencia de la simbología católica en ámbitos públicos, es preciso reafirmar la libertad religiosa reconociendo lo que es significa. Libertad religiosa no sólo es libertad de creencias y convicciones, sino libertad de practicar la religión, que se expresa, ciertamente, en ritos, pero que incluye además y de forma sustantiva, para poder mantenerse como libertad de religión, modos y maneras de conducta personal y pública que identifica a una colectividad religiosa", señaló.
Asimismo, aclaró que "ignorar que las religiones se manifiestan en ámbitos geográficos que delimitan la historia de las naciones, para poder afirmar que las ‘creencias y convicciones’ han de contar todas con el mismo estatuto, es contrario a la sociología y la historia de los pueblos, porque es ignorar deliberadamente el significado histórico y social de cada religión".
"Esto va contra la realidad misma de las cosas, mientras la simbología presente en la geografía y en los espacios públicos responda a la implantación objetiva de una fe religiosa viva. No significa negar libertad a las demás confesiones, ni menos todavía los derechos individuales de las personas, sino tratar cada cosa según su realidad. Es preciso tratar del mismo modo realidades iguales, pero no se puede tratar por igual realidades desiguales. Lo pide el sentido de la justicia", agregó.