Antes de dirigir el rezo del Ángelus dominical en la localidad italiana de San Giovanni Rotondo y tras la Eucaristía que presidió, el Papa Benedicto XVI resaltó el gran amor y confianza que el Padre Pío tenía a la Virgen María y alentó a los fieles a seguir su ejemplo de amor filial.
“Aquí, en el Santuario de San Pío de Pietrelcina, nos parece sentir su misma voz, que nos exhorta a reconocernos con corazón de hijos de la Virgen Santa: ‘Amen a la Virgen y háganla amar’. Así él repetía a todos, y más que con las palabras, valía el testimonio ejemplar de su profunda devoción a la Madre celeste”, dijo el Santo Padre.
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Seguidamente destacó como toda la vida y el apostolado del Santo “se desarrollaron bajo la mirada materna de la Virgen y con la potencia de su intercesión. Incluso la Casa de Alivio (una de sus iniciativas) él la consideraba obra de María, ‘Salud de los enfermos’. Por ello, queridos amigos, a ejemplo del Padre Pío, también yo quiero confiaros a todos a la materna protección de la Madre de Dios”.
Tras invocar a Santa María como protectora de los frailes capuchinos, Benedicto XVI señaló que a su intercesión y a la de San Pío de Pietrelcina “quisiera también confiar de modo especial el Año Sacerdotal que he inaugurado el viernes pasado, Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. ¡Que sea una ocasión privilegiada para irradiar luz sobre el valor de la misión y la santidad de los sacerdotes al servicio de la Iglesia y la humanidad del tercer milenio!”
Finalmente y tras agradecer a quienes colaboraron con los preparativos para su visita a San Giovanni Rotondo, el Papa alentó a los fieles a caminar “por el sendero que el Padre Pío ha indicado, el camino de la santidad según el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. En este camino los precederá siempre la Virgen María y con mano maternal los guiará a la patria celeste”.