Miles de fieles y peregrinos se dieron cita en la Plaza de San Pedro a pesar del mal tiempo para rezar el Ángelus dominical con el Papa Benedicto XVI, quien en sus palabras introductorias afirmó que todo en el mundo proviene del amor, tiende al amor y se mueve impulsado por el amor”.
“Dios es amor, ‘no en la unidad de una sola persona sino en la Trinidad de una sola sustancia’: es Creador y Padre misericordioso; es Hijo Unigénito, eterna Sabiduría encarnada, muerto y resucitado por nosotros; es finalmente Espíritu Santo, que todo mueve, cosmos e historia, hacia la plena recapitulación final”, dijo el Pontífice al reflexionar sobre el misterio de la Trinidad.
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Asimismo, resaltó que “las tres Personas son un solo Dios porque el Padre es amor, el Hijo es amor, el Espíritu es amor”, y que “es todo y solo amor, amor purísimo, infinito y eterno”.
Más adelante meditó sobre la creación cual manifestación de la Trinidad divina, en cuanto que “todo el ser, hasta sus últimas partículas, es ser en relación, y así hace ver al Dios-relación. Todo proviene del amor, tiende al amor y se mueve impulsado por el amor”.
“La prueba más grande que somos hechos a imagen de la Trinidad es esta: solo el amor nos hace felices, porque vivimos en relación, y vivimos para amar y para ser amados”, concluyó el Santo Padre.
El Papa también recordó a los fieles que tras el tiempo pascual “la liturgia prevé tres solemnidades del Señor: hoy, la Santísima Trinidad; el próximo jueves la del Corpus Domini, que en muchos países es celebrada el próximo domingo; y, finalmente, el viernes sucesivo, la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Cada una de estas evidencia una perspectiva desde la cual se abraza la totalidad del misterio de la fe cristiana”.
“La Virgen María –continuó el Papa- acogió la voluntad del Padre, concibió al Hijo por obra del Espíritu Santo. En Ella el Omnipotente se ha construido un templo digno de Él, y lo ha hecho el modelo y la imagen de la Iglesia, misterio y casa de comunión para todos los hombres”.
Tras rezar el Ángelus el Papa saludó a los presentes en diversos idiomas e impartió su Bendición Apostólica.