La comunidad cristiana en Pakistán denunció el atentado de extremistas religiosos con autobomba en la Central de Policía de la ciudad de Lahore, que dejó 40 muertos y 200 heridos este miércoles 27 de mayo. La explosión dañó además la sede de la Corte Suprema.
Según señala la agencia vaticana Fides, “el edificio tomado de mira está situado en un barrio comercial del centro de la ciudad, lleno de oficinas y negocios. La explosión destruyó completamente un edificio del servicio de emergencia de la policía y dañó seriamente otros, entre estos una comisaría, una oficina de servicios secretos y la sede de la Corte Suprema”.
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Las iglesias cristianas manifestaron su solidaridad con las víctimas del atentado terrorista; y destacaron “la urgencia de detener el espiral de odio y violencia que busca destruir al país”.
En un reciente seminario realizado en Lahore, los representantes de comunidades cristianas señalaron que quienes “propagan la violencia en nombre de la religión deben ser condenados y detenidos, en cuanto desprecian la vida humana, atentan contra la solidaridad y la independencia del país, minan la armonía nacional y dañan al estado”.
La sociedad civil también expresó su indignación por el “baño de sangre al que ha sido sometida la nación, por el difundirse del extremismo religiosos que acoge métodos terroristas”; y pidió al gobierno tome medidas “serias y oportunas para defender a la población inocente”.
Por su parte, el Primer Ministro pakistaní, Yusuf Raza Gilani, junto con autoridades civiles y políticas de todas las formaciones políticas condenaron el atentado (el último de una serie en Lahore); y aseguraron que “los enemigos de la nación, que quiere desestabilizar el país, no se llevarán la mejor parte”.