Los obispos argentinos enviaron una carta a los sacerdotes del país con motivo del Año Sacerdotal convocado por el Papa Benedicto XVI, en el que los alientan a vivir su vocación con la radicalidad del amor verdadero.
La Conferencia Episcopal Argentina agradece a los presbíteros "su fidelidad ministerial", los animan e invitan a "renovar la alegría de la fe, la firmeza de la esperanza y el gozo del ministerio recibido", y los llaman a ser "pastores y padres de la comunidad".
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"La profunda crisis que estamos viviendo, potencia los cuestionamientos morales. Nos duelen y lastiman las incoherencias en las que tantas veces incurrimos", indicaron.
Tras reconocer la escasez de vocaciones, los obispos aseguran sentirse "especialmente cercanos a quienes atraviesan momentos de tribulación o viven su ministerio en situaciones de particular exigencia: periferias urbanas y rurales; soledad, enfermedad, pérdida del sentido de la acción pastoral; incomprensión y desaliento", y exhortan a los sacerdotes a tomar a San Juan María Vianney, al venerable José Gabriel Brochero y al Siervo de Dios Eduardo Pironio, entre otros, como ejemplos de discípulos misioneros de Jesús Buen Pastor.
Los obispos recuerdan que "el sacerdocio es Misterio de Amor recibido y entregado, actualizado cada día en la celebración eucarística y en el don generoso de la propia vida "hasta el extremo" (Jn. 13,1). Es hermoso vivirlo con radicalidad, como todo amor verdadero. Por eso la Iglesia ha visto desde sus inicios una múltiple armonía entre sacerdocio y celibato y llama al ministerio presbiteral a quienes han recibido y aceptado libremente vivir este fecundo carisma de entrega total".
"Asumidos por Cristo Cabeza y Esposo, los sacerdotes estamos llamados a ser signos fecundos del amor de Cristo a su Iglesia, pastores y padres de la comunidad. Esta verdad sólo se puede comprender y vivir a la luz de la fe, animada por el fervor de la caridad, en la espera gozosa de la plenitud del cielo", indican.
Asimismo, precisan que "la lectura orante y la predicación de la Palabra de Dios; la celebración gozosa de la Eucaristía y de toda la liturgia; el servicio fiel, paciente y generoso a los fieles, sobre todo a los pobres y enfermos, son el camino indispensable para ir forjando cada día más en nosotros los sentimientos y la imagen de Jesús, el Buen Pastor".