El Cardenal Arzobispo de Madrid, Antonio María Rouco Varela, presidió la solemne Eucaristía en honor al patrón de Madrid, San Isidro Labrador, donde defendió durante la homilía que no se le niegue a ningún concebido su derecho a nacer.
Asimismo, durante la misa, Rouco Varela evocó la figura del santo, recordando que representa la figura "de uno de esos santos cuya actualidad permanece inmarchita en la historia". "Su estilo de vivir el Evangelio le ha iluminado siempre, fuesen cuales fuesen las encrucijadas históricas, sobre todo las más dramáticas por las que ha atravesado la Iglesia y el pueblo madrileño", señaló el Cardenal Arzobispo, al tiempo que añadió que revocándole "se despejaba indefectiblemente el camino de la recuperación personal, familiar y social que en cada momento se necesitaba".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
En este sentido, explicó que también San Isidro "muestra la vía inequívoca por donde ha de dirigirse la reflexión sobre la situación del actual momento de Madrid y de España", y así, "cómo han de orientarse y conducirse los proyectos e renovación de la vida cristiana en la Iglesia y en la sociedad".
Recordando la figura del santo, destacó de manera especial "su amor a los pobres". "En la mesa de la familia de San Isidro Labrador y de Santa María de la Cabeza había todos los días del año un plato dispuesto para el necesitado que llamase a la puerta de su casa", explicó Rouco Varela.
El cardenal afirmó que si se impide que nazcan los niños, "la mesa común de la familia humana se irá quedando sin hijos, hasta terminar vacía". Por eso, pidió que "no se le niegue a ningún concebido de mujer el derecho a nacer", y que "dejar nacer a los hijos es el primer y fundamental deber del amor al prójimo, del amor al más necesitado".
"Si no se respeta escrupulosamente el derecho de todo ser humano a la vida, desde su concepción hasta su muerte natural, nos quedaremos sin el fundamento ético imprescindible para poder edificar un orden social y jurídico, digno de ser llamado y considerado, humano, justo y solidario", aseguró.
Por otra parte, de la figura de San Isidro resaltó que era "un hombre de oración, un hombre de Dios", y aseguró que hay que permanecer en la oración, que es la "clave certera" para descubrir el secreto interior de la vida de San Isidro: vida entregada al amor incondicional de la familia, de los vecinos, de los pobres de cualquier hombre hermano".
Así, señaló que el significado actual de San Isidro "pasa por el camino que él nos señala para ser hombres de bien", en una situación en la que tantas familias "sufren las consecuencias de las crisis matrimoniales y familiares y del desempleo". "Se necesitan los esfuerzos de todos y son necesarios todos los esfuerzos para salir de la crisis"., afirmó.
"Esfuerzos técnicos y humanos para aliviar dolores y angustias de tantos hermanos nuestros y hacer que renazca de nuevo la esperanza son imprescindibles", sin olvidar los "esfuerzos morales y espirituales, es decir, la necesidad de la conversión interior de las conciencias, la vuelta a Dios y a Aquél que nos ha enviado, Jesucristo, nuestro Señor y Salvador", concluyó.