Al presidir esta mañana la Eucaristía frente a la Basílica de la Natividad en Belén, en la Plaza del Pesebre, el Papa Benedicto XVI alentó a los católicos a ser "un puente de diálogo y de colaboración constructiva en la edificación de una cultura de paz que supere el actual estancamiento del miedo, de la agresión y de la frustración".
Ante unos cinco mil fieles presentes, el Santo Padre exhortó a edificar "vuestras iglesias locales, haciendo de ellas laboratorios de diálogo, de tolerancia y de esperanza, así como de solidaridad y de caridad práctica".
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"Para los hombres y las mujeres de todos los lugares, Belén está asociada con el mensaje gozoso del renacimiento, de la renovación, de la luz y de la libertad. Y sin embargo, aquí en medio de nosotros, ¡qué lejos se ve esta magnífica promesa!", dijo el Pontífice.
En Belén, ciudad en donde nació el Niño Dios, Benedicto XVI resaltó que "aquí, entre todo tipo de contrariedades, las piedras siguen gritando esta 'buena nueva', el mensaje de redención que esta ciudad, por encima de todas las demás, está llamada a proclamar a todo el mundo".
"El mensaje de Belén es que seamos testigos del triunfo del amor de Dios sobre el odio, el egoísmo, el miedo y el rencor que paralizan las relaciones humanas y crean división entre hermanos que deberían vivir juntos en unidad, destrucciones donde los seres humanos deberían edificar, desesperación donde la esperanza debería florecer".
"¡No tengáis miedo!", clamó el Papa. "Este es el mensaje que el Sucesor de Pedro desea transmitiros hoy, haciendo eco al mensaje de los ángeles y a la consigna que el querido Papa Juan Pablo II os dejó en el año del Gran Jubileo del nacimiento de Cristo. Contad con las oraciones y la solidaridad de vuestros hermanos y hermanas de la Iglesia universal, y a través de iniciativas concretas consolidad vuestra presencia y ofreced nuevas posibilidades a quienes están tentados de partir".
Seguidamente el Papa exhortó a los católicos a ser "ante todo, testigos de la potencia de la vida, de la nueva vida que nos ha dado Cristo resucitado, de aquella vida que puede iluminar y transformar incluso las situaciones humanas más oscuras y desesperadas".
"Vuestra tierra no solo tiene necesidad de nuevas estructuras económicas y políticas, sino sobre todo –podríamos decir– de una nueva infraestructura 'espiritual', capaz de galvanizar las energías de todos los hombres y mujeres de buena voluntad al servicio de la educación, del desarrollo y de la promoción del bien común".
Finalmente, Benedicto XVI subrayó que "contáis con los recursos humanos para edificar la cultura de la paz y del respeto recíproco, que podrán garantizar un futuro mejor para vuestros hijos. Os espera esta noble empresa. ¡No tengáis miedo!".
El Santo Padre también se dirigió a los peregrinos de "la martirizada Gaza con motivo de la guerra: transmitid a vuestras familias y comunidades mi caluroso abrazo, mi pésame por las pérdidas, las adversidades y los sufrimientos que habéis tenido que soportar. Estad seguros de mi solidaridad en la inmensa obra de reconstrucción y de mis oraciones para que se levante pronto el embargo".
Luego de la Misa, el Papa se dirigió al Convento Casa Nova de Belén, la casa franciscana para los peregrinos, donde almorzó con los ordinarios de Tierra Santa y con la comunidad de franciscanos.