El Papa Benedicto XVI comenzó en el Monte Nebo, el lugar desde donde Moisés contempló la Tierra Prometida, su peregrinación a Tierra Santa y aseguró que este lugar invita "a mirar con fe y esperanza al futuro que tiene reservado para nosotros y para el mundo entero".
Según informó el Vaticano, luego de celebrar Misa en privado en la Nunciatura apostólica de Amman, el Santo Padre se trasladó en automóvil al Monte Nebo, que tiene 806 metros y donde se encuentra la Basílica del Memorial de Moisés, construido en el siglo IV, sobre los fundamentos de un anterior monumento de la edad clásica. Desde 1933 existe en Siyàgha en el Monte Nebo un monasterio franciscano, con espacios de oración para los fieles de la cercana ciudad de Madaba y edificios especiales para los arqueólogos. Desde la cima de la montaña se puede contemplar un panorama único de Tierra Santa.
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"Es justo que mi peregrinación comience en esta montaña, donde Moisés contempló desde lejos la Tierra Prometida. Sobre estas alturas, la memoria de Moisés invita a 'elevar los ojos' para abrazar con gratitud no solo las obras maravillosas de Dios en el pasado, sino también a mirar con fe y esperanza al futuro que tiene reservado para nosotros y para el mundo entero", afirmó el Papa en el discurso que ofreció en el lugar.
Benedicto XVI destacó que como los profetas, los apóstoles y los santos, debemos "acoger la venida del Reino de Cristo mediante nuestra caridad, nuestro servicio a los pobres y nuestros esfuerzos por ser levadura de reconciliación, de perdón y de paz en el mundo que nos rodea. Dios nos dará la fuerza para perseverar con alegre esperanza también entre los sufrimientos, las pruebas y las tribulaciones".
"Siguiendo las huellas de los innumerables peregrinos que nos han precedido a lo largo de los siglos, estamos llamados a apreciar cada vez más el don de nuestra fe y a crecer en aquella comunión que trasciende todos los límites de lengua, raza y cultura", indicó.
El Papa recordó que "desde los inicios, la Iglesia en estas tierras ha conmemorado en la propia liturgia las grandes figuras del Antiguo Testamento como signo de su profundo aprecio por la unida de los dos Testamentos".
"Que este encuentro inspire en nosotros un renovado amor por el canon de la Sagrada Escritura y el deseo de superar todos los obstáculos a la reconciliación entre cristianos y judíos, en el respeto recíproco y en la cooperación al servicio de aquella paz a la que la Palabra de Dios nos llama", agregó.
En Santo Padre recordó al sacerdote Michele Piccirillo, franciscano fallecido el año pasado, "que dedicó su vida al estudio de la antigüedad cristiana y está enterrado en este santuario, que amó intensamente". Los franciscanos de la Custodia de Tierra Santa están presentes en este lugar desde 1932.
Terminada la visita, el Santo Padre se trasladó en automóvil a la Universidad del Patriarcado de Jerusalén en Madaba, a unos 19 kilómetros de distancia.