Una emotiva Misa se celebró ayer en la parroquia Nuestra Señora de Caacupé, ubicada en la villa 21-24, del barrio porteño de Barracas, Buenos Aires, en donde unas dos mil personas se solidarizaron con el P. José María Di Paola, quien el lunes pasado fue amenazado de muerte por haber firmado una declaración en la que él y otros 19 sacerdotes denunciaron el grave asunto de las drogas y el narcotráfico.
La Eucaristía fue presidida por el Obispo Auxiliar de Buenos Aires, Mons. Oscar Ojea, y concelebrada por una docena de sacerdotes que trabajan pastoralmente en las llamadas villas de emergencia, las zonas más pobres de la ciudad. En la homilía, el Prelado dijo que "con la amenaza al padre Pepe fue tocada toda la familia de la parroquia de Caacupé y de la ciudad".
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Tras señalar que "no podemos admitir que la vida se deprecie, que baje de precio", Mons. Ojea precisó que en esta lucha "nadie busca figurar, no hay ningún interés mezquino, lo único que se busca es servir".
Según informa la agencia AICA, En distintos momentos de la misa, pero sobre todo en el final, la gente manifestó su solidaridad al de: "No se va y Pepe no se va". Fue entonces cuando el presbítero improvisó unas palabras: "Esta es mi casa y ustedes son mi familia con quienes compartí muchos momentos difíciles", exclamó.
Tras recordar que el lunes fue interceptado por un hombre "que no es de la villa" y lo amenazó, el P. Di Paola dijo que seguirá su lucha porque "queremos que todos los chicos crezcan en la fe, tengan escuela, club, metas y objetivos".
El pasado jueves, este sacerdote que vive y trabaja en la villa 21-24, confirmó que recibió una amenaza de muerte al ser interceptado la noche del lunes por un desconocido que lo amenazó dos veces.